jueves, 10 de abril de 2014

La promoción de lectura en la Biblioteca Universitaria

[Extracto del Proyecto La promoción de lectura en la biblioteca universitaria: caso biblioteca Pedro Grases.]


Foto tomada de Analítica.com
Cuando se habla de promoción de lectura es común que la mayoría de las personas se imaginen una sala repleta de niñitos sentados alrededor de un cuenta cuentos en una biblioteca pública o escolar. Y es que, tradicionalmente, la promoción de la lectura se encuentra dentro de las actividades cotidianas que llevan a cabo estas bibliotecas. Sin embargo, el acercamiento a la lectura no debe ser concebido ni considerado como una actividad meramente infantil, ni mucho menos propia de la edad temprana, ya que el objetivo general de toda promoción lectora pasa por acercar al usuario al libro, vincularlo al mundo de la lectura, animarlo a leer, independientemente de su edad.

Ahora bien, el fin último del acercamiento a la lectura, como también se le conoce, no solo tiene por objetivo crear el gusto o el amor por la lectura, más bien, y he aquí su real importancia, debe ser potenciar habilidades lectoras, desarrollar en el usuario un cúmulo de competencias que le permitan obtener conocimientos a través de la lectura, lo cual pasa primero que todo por aprender a leer, entendiendo a la lectura, no solo como la habilidad de decodificar una serie de signos plasmados en un formato e idioma determinado, sino como la capacidad de comprender, de internalizar, de analizar y criticar aquello que se ha decodificado; es decir, lo que se ha leído. Lo demás (el amor y el gusto por la lectura) vendrá por añadidura.

Hablar de promoción de lectura en una biblioteca universitaria, por lo menos en América Latina, y muy particularmente en Venezuela, es algo realmente novedoso ya que no figura paradigmáticamente dentro de las actividades propias de este tipo de bibliotecas. Así, a grandes rasgos, se entiende que una biblioteca universitaria está para apoyar la docencia y la investigación a través de la puesta al servicio de una serie de recursos, bibliográficos, electrónicos, digitales, multimedia, entre otros, debidamente organizados, e inclusive procesados para su consulta. Adicionalmente, la formación de usuarios es otra actividad, aunque más reciente, muy propia de este tipo de unidad de información, generalmente enfocada en el uso de los recursos de la biblioteca, donde se le enseña al usuario estrategias de búsqueda de información, evaluación de fuentes y sus tipos, uso de recursos electrónicos, entre otras. Pero no se toma en consideración que todo lo que el usuario va a buscar, todo lo que va a evaluar tiene que ser leído por él. En otras palabras, se asume que el usuario es un lector competente.

En este sentido, la Biblioteca Pedro Grases de la Universidad Metropolitana se ha propuesto desarrollar e implementar un programa de promoción de lectura el cual se concibe como complemento fundamental del Programa de Desarrollo de Competencias en el Uso de la Información, este último enmarcado en lo que se conoce como Alfabetización Informacional (ALFIN) y que desde hace varios años lleva a cabo la Biblioteca. Es un proyecto ambicioso, que no solo está dirigido a su comunidad de usuarios naturales, es -estudiantes, profesores y personal administrativo- sino que además busca impactar a su entorno más cercano, entiéndase las comunidades aledañas a la universidad, representadas en este caso por bibliotecas públicas, escuelas, colegios y centros culturales. He aquí donde se enmarca el proyecto con el eje central de la XVII Conferencia Internacional de Bibliotecología “Las unidades de información como herramientas de inclusión ciudadana”.

En este sentido, es fundamental que la Universidad Metropolitana también se siga haciendo sentir, en este caso, con un programa que extiende la promoción de lectura a la comunidad (tomando en consideración que rodean, a la universidad, comunidades altamente empobrecidas, con limitado acceso a recursos culturales y educativos), trabajando conjuntamente con las bibliotecas públicas del sector, generando una oportunidad inigualable de contribuir con el desarrollo social y cultural, no sólo de las comunidades aledañas al recinto universitario, sino del país. Rompiendo, de esta forma, el paradigma que existe, alrededor de las bibliotecas universitarias, según el cual éstas se deben única y exclusivamente a su comunidad de usuarios: estudiantes, profesores y empleados, dejando a un lado su entorno.

El objetivo, en definitiva, consiste en introducir la lectura de forma que no se perciba como una obligación o carga académica, sino como una opción alternativa a las actividades académicas, partiendo de la premisa de que cualquier lectura, salvaguardando los valores éticos y morales,  puede ser buena o provechosa, ya que ésta –de alguna manera– ejercita el intelecto. Esta iniciativa, que no deja de lado, como se explicó previamente, la Responsabilidad Social Universitaria, entiende que un profesional mejor formado es un ciudadano capaz de dar lo mejor de sí para el progreso de nuestras sociedades.

Por Américo Alvarado P.

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