sábado, 31 de mayo de 2014

En la cima del mundo

Hillary y su ayudante sherpa, Tenzing. Sir Edmund fue conocido
por su respeto al pueblo nepalí. Foto: discoveryuk.com
En esta semana, pero varias décadas atrás, Edmund Hillary -acompañado por un grupo de alpinistas y porteadores sherpa- culminó el ascenso al Monte Everest, logrando así una de las hazañas más impresionantes que el ser humano ha podido conseguir.

Las cumbres del Himalaya han sido siempre un gran reto para el hombre, que siempre ve su supervivencia comprometida cuando sube hacia estas inhóspitas cumbres. El frío, el mal de altura, mortales avalanchas, tormentas de nieve, agotamiento físico, congelamiento, entre otras condiciones, son las que tienen que enfrentar los pocos aventureros capacitados para realizar tal ascenso

Hillary, quien debido a su hazaña fue nombrado caballero por la Reina Isabel II, con su grupo expedicionario, abrió un camino que siguen recorriendo miles de afortunados, esos que buscan estar, luego de grandes sacrificios, en la cima del mundo. 

Por Erwin López

viernes, 30 de mayo de 2014

En dos líneas y media

Rómulo Betancourt, político venezolano y fundador
de la democracia representativa.

Dígale a Fidel Castro que cuando Venezuela necesitó libertadores, no los importó, los parió.








Rómulo Betancourt



jueves, 29 de mayo de 2014

Escrito en luz: Guerra Fría en el trópico


Tratando de revivir un temor legendario al capitalismo y sus principales agentes, el gobierno invierte en la guerra comunicacional para atornillarse en el poder. Del otro lado, Ernesto Villegas es representado haciendo el gesto por el que son reconocidos los comunistas en todo el mundo.¡Puño en alto y hasta la victoria siempre! Lamentablemente, para los trasnochados tropicales, el sueño comunista acabó en 1989.

Por Erwin López

martes, 27 de mayo de 2014

"La Trama" - Jorge Luis Borges

El asesinato de César. H. F. Füger
Fuente: National Geographic
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.

Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

"La trama". El hacedor.
Jorge Luis Borges

jueves, 22 de mayo de 2014

Escrito en luz: Desde el punto más alto.

Por @erwinlopezccs

Espectáculo soberbio, como tantos que puede ofrecernos Venezuela, el que se observa desde la fila del Parque Nacional Waraira Repano. Si miramos al sur, vemos la imponente Caracas, con una belleza silenciosa e inaudita, y si se dirige la vista al norte, se puede observar el Mar Caribe en todo su esplendor, mientras pasan los aviones que aterrizan y despegan en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. 

Por Erwin López

miércoles, 21 de mayo de 2014

En dos líneas y media

Erich Fromm. Destacado psicoanalista alemán.
Fuente: imágenes de Google
"El amor a la vida se desarrollará más en una sociedad en que haya: seguridad en el sentido de que no están amenazadas las condiciones materiales básicas para una vida digna; justicia en el sentido de que nadie puede ser un fin para los propósitos de otro; y libertad en el sentido de que todo individuo tiene la posibilidad de ser un miembro activo y responsable de la sociedad. Este último punto es de particular importancia. Hasta una sociedad en que existen seguridad y justicia puede no ser conducente al amor a la vida si no se estimula la actividad creadora del individuo. No basta que los hombres no sean esclavos; si las condiciones sociales fomentan la existencia de autómatas, el resultado no será amor a la vida, sino amor a la muerte"
                                         El corazón del hombre. Erich Fromm

lunes, 19 de mayo de 2014

Escrito en luz: Tensa Calma

Por @erwinlopezccs

Por @erwinlopezccs
Los que aún se inmolan en la calle por la preservación de la democracia, por sentirse sin futuro y por el sueño de un país lleno de oportunidades, que satisfaga sus expectativas, esperan -tal cual escena del Viejo Oeste- a que llegue el enemigo, uniformado y armado hasta los dientes, para enfrentarlo. David contra Goliat, dirían algunos, pero tanto heroísmo se disuelve frente a una clase política que hace todo lo posible para quitarle valor a su entrega y que no se digna a ponerse en los zapatos de esos jóvenes. Algún día el país los reconocerá.
Por Erwin López

sábado, 17 de mayo de 2014

Oposiciones forzadas o el rojo reino de la palabra

Determinamos al pueblo hablándole de magnanimidad y valor;
y cuando un hábil orador  quiere inclinarle a un fin menos decente,
es menester a lo menos que él se encubra con los visos de estas prendas.
Nicolás Maquiavelo
Propaganda de Hugo Chávez
Uno de los aspectos más llamativos y, por qué no admitirlo, exitosos de este gobierno tiene que ver con lo vinculado al mundo de la propaganda y, especialmente, al de la palabra en sí. Desde un inicio el régimen empezó a confeccionar su estrategia que iba, por ejemplo, desde variar el nombre del país, agregar una estrella más a la bandera, hasta redefinir instituciones. El ex Vicepresidente y periodista José Vicente Rangel llegó a sentenciar, hace poco más de un año, que “el arma más poderosa de Hugo Chávez fue la palabra”. Yo, particularmente, estoy de acuerdo con esta afirmación. No me quedan dudas de que, a través de la palabra articulada por el hábil orador (sin dejar de lado el mérito de sus asesores), el imaginario colectivo, así como determinados conceptos y/o concepciones, comenzaron a cambiar.
En un principio estos cambios podían parecer inofensivos, pero iban aclarando los objetivos. ¿Qué importancia podía tener –pensamos muchos– que un parque o una librería cambiaran sus nombres? Incluso ¿qué tan importante podía ser que el propio país se denominara de forma diferente? Hoy podemos responder esto con más certeza. El proceso anterior, causante de todos los males del país (junto al Imperio), debía quedar –con todo y sus nombres– bajo tierra; excepto cuando fuera necesario recordarlo para revivir, en la memoria, los desmanes y justificar los errores y las dificultades del presente. Pero más que sepultar hasta los nombres indígenas de “la IV” (pensemos en Kuai-Mare), estas decisiones apuntaban a una verdadera revolución conceptual. 

La polarización, de esta forma, fue creciendo y la caracterización peyorativa del contrario fue afianzándose. Ya no bastaba con quitarle el “Rómulo Betancourt” al Parque del Este, sino que debían redefinir, igualmente, a quienes rechazaban las políticas del gobierno. Quien criticaba o se oponía al régimen, hiriendo así el narcisismo de los gobernantes, empezó a ser denominado como “escuálido”, “burgués”, “capitalista”, entre otros. Recordé entonces una frase típicamente atribuida al escritor argentino Jorge Luis Borges: “Hay comunistas que sostienen que ser anticomunista es ser fascista. Esto es tan incomprensible como decir que no ser católico es ser mormón”. En efecto, y más allá de lo políticamente controversial que fue Borges, esta frase puede hacernos entender mucho acerca de nuestro presente: en la Venezuela de la “V República” ser opositor se convirtió y se consolidó como un sinónimo de “pitiyanqui”, de “fascista”. Ser antichavista es ser fascista. Pero no sólo esta incoherencia se impuso: hoy para ser burgués, curiosamente, ya no es necesario acumular capital, sino adversar al Presidente. Y, más resaltante todavía, tener un monopolio comercial no implica ser capitalista, si se anda de buenas con el gobierno. Recordemos, por ejemplo, cómo Cisneros pasó de ser uno de los “jinetes del apocalipsis” (por Venevisión), a ser un “empresario revolucionario” cuando aceptó la tregua o, mejor dicho, hizo las paces con el gobierno de Chávez. En definitiva, los términos se adaptaban y se adaptan a las tendencias partidistas, e incluso pierden muchas veces sus significados o sus implicaciones. Lo más grave: tan efectiva es la estrategia que hasta los opositores, por mucho tiempo, salían a la calle con franelas que decían “yo sí soy escuálido”, acompañando, esta frase, hasta con caricaturas de tiburones. Imagino la risa, la satisfacción, que le debió generar esto al ahora difunto Presidente.

El impacto de la palabra es tan importante que la gente vive su cotidianidad sin cuestionarse, en mayor medida, acerca de las contradicciones gubernamentales. Incluso hasta los opositores, muchas veces, creen darle una vuelta humorística al asunto, mientras realmente asumen muchas de las sentencias. Llama la atención que poco se cuestione por qué el gobierno critica el capitalismo, el neoliberalismo, para después abrazar y negociar con empresas transnacionales como Odebrecht. Los partidarios del gobierno repiten y acusan a los burgueses, asienten cuando se ataca a Empresas Polar, pero no sospechan del régimen cuando el Presidente aparece en cadena nacional hablando y estableciendo acuerdos con representantes de empresas muy poco socialistas como Nike, New Balance o Toyota. En definitiva, parecen importar poco las contradicciones cuando el propio significado de cada palabra puede variar de acuerdo a la tendencia y a las necesidades políticas. De igual forma, hoy –por ejemplo– el gobierno “busca” mostrar su apertura, su deseo de dialogar; pero actúa de manera opuesta, agrediendo y continuando con los insultos, sin indignar con esto a sus seguidores. Hoy poco parece importar que el pueblo sea tan alabado y tan mencionado, pero –al mismo tiempo– sea tratado como lisiado o incapaz, como cuando se le dice qué ver en un medio de comunicación, porque, ergo, es incapaz de discernir y de escoger apropiadamente por sí solo (¿si no para qué establecer esa “hegemonía comunicacional”? O ¿por qué abusar de las monologantes cadenas de radio y televisión?). Es que, lamentablemente, como señalaba Maquiavelo en El príncipe, “quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar”.

Propaganda de Nicolás Maduro
Claro, este manejo del lenguaje, este trabajo propagandístico y, por consiguiente, de persuasión depende, como señala el psicoanalista Erich Fromm en el Corazón del hombre, del vínculo emocional “de la mayoría de la gente respecto de sus líderes políticos”. Es por esto, en el presente, que se continúa el trabajo de mitificación de la figura de Chávez, para que los partidarios, también en palabras de Fromm, acepten “como real cualquier cosa que se exponga”. En nuestro presente resulta claro este objetivo gubernamental: mantener ese vínculo emocional e intentar que empiece a generarse algo semejante entre la gente y el nuevo Presidente. La severa crisis económica, que coincidió con el inicio del mandato de Maduro, es sin duda el gran obstáculo (sin olvidar que las conexiones emocionales no se heredan y menos si la genética no participa realmente). El actual Presidente, que no cuenta con el apoyo que recibió Hugo Chávez, se aferra a la imagen de éste, mientras intenta emular sus pasos como “buen hijo”; pero en contra tiene la escasez, la inseguridad y la propia incompetencia. Falta, por supuesto, que los adversarios se decidan a entrar de lleno en el campo de batalla (el de la palabra) para hacer entender, a quienes siguen creyendo en este proceso infausto, que verdaderamente hay otro camino, uno distinto al de los móviles primitivos profundizados por este decadente proceso: la venganza, el resentimiento, que además producen diversas formas de violencia (aunque contradictoriamente, de nuevo, se hable de paz y de amor). Que la propuesta no copie la fórmula criticada, sino que empecemos a hablar y a conformar una sociedad productiva, con personas capaces de desarrollar su potencialidad, de vivir y de ya no ser inválidos dependientes de las migajas de un gobierno que abraza la muerte. Por supuesto, antes hay que desmontar, en primer lugar y con habilidad, el rojo reino de la palabra.

Por Manuel Ferreira Cid

miércoles, 14 de mayo de 2014

En dos líneas y media

Jorge Luis Borges. Escritor argentino.
Fuente: Literofilia.com

"Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías"
La trama. Jorge Luis Borges

lunes, 12 de mayo de 2014

Escrito en luz: Plenitud en Chuao

Por @erwinlopezccs
Venezuela tiene esa capacidad de hacer que te vuelvas a enamorar de ella, como le pasa a muchos cada vez que visitan sus portentosos paisajes, como, en este caso, los de Chuao (costa aragüeña). Un espectacular atardecer en una asombrosa playa, disfrutando del mejor cacao del mundo. ¿Qué más se puede pedir?


Por Erwin López 

Genialidad desde adentro: manías y rituales de grandes escritores - II


Hablemos ahora de León Tolstoi. Uno de los más renombrados escritores rusos de todos los tiempos, y autor de Anna Karenina, La Muerte de Iván Illich y Guerra y Paz, era extremadamente meticuloso en sus escrituras y revisaba férreamente sus manuscritos cada día, hasta varias veces. Su esposa Sofía Behrs era su copista, y copió el manuscrito de Guerra y Paz siete veces (cualquiera que haya leído esa novela recordará su extensión y sabrá apreciar infinitamente más el enorme trabajo que realizó Sofía tantas veces, y a mano). Isaac Asimov, el célebre escritor de ciencia ficción, creador de las leyes de la robótica y de inolvidables novelas tales como La Serie de los Robots y Fundación, era un arduo trabajador: escribía por 8 horas durante toda la semana en espacios pequeños y cerrados, sin ventanas y con bombillos. A diferencia de Tolstoi, nunca revisaba más de dos veces sus textos porque, según él, perdía el tiempo.

Acerca de por qué se escribe, Francis Scott Fitzgerald dijo: “No escribes porque quieres decir algo, escribes porque tienes algo qué decir”.

El escritor norteamericano, autor de grandes clásicos de la literatura universal como El Gran Gatsby, Tierna es la Noche y Este Lado del Paraíso, entre otras, fue uno de los símbolos de los Roaring Twenties (Felices Años Veinte) norteamericanos y de la Generación Perdida. Tenía un estilo de vida bastante parecido al de Nick Gatsby, protagonista de su novela más conocida. Fitzgerald nunca pudo tener un horario que llamase normal para escribir, empezaba a hacerlo a las cinco de la tarde y no paraba sino hasta la madrugada. Decía que escribía en arrebatos creativos, de los cuales lograba escribir hasta ocho mil palabras seguidas. A medida que pasaba el tiempo, incluía la bebida en el proceso, ya que decía que sin ella no podía crear. Se convirtió en un maniático de la ginebra y su ciclo llegó a ser el de escribir, tomar, escribir, tomar. Ya sabemos a dónde lo llevó esa triste costumbre caprichosa.

Si hablamos de rutinas, hablemos de Haruki Murakami. El celebrado escritor japonés se levanta a las cuatro de la mañana, trabaja seis horas y en ese ínterin corre, nada, lee, oye música y se va a dormir a las 9 de la noche. Nunca cambia su rutina pues dice que ésta lo induce a un estado de trance que lo ayuda a escribir mejor. James Joyce, ese duende irlandés, padre de las magníficas novelas Ulises y Dublineses, luego de haberse levantado temprano, y de haberse tomado su café en la cama, servido por su esposa, a golpe de once de la mañana se levantaba, se afeitaba y se sentaba a tocar su piano. Luego escribía todos los días, durante las tardes, religiosamente. Repetía esa rutina a diario. Por su parte, Samuel Langhorne Clemens, conocido en el mundo entero como Mark Twain, y padre de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, entre tantos otros personajes, iba a su estudio en la mañana y ahí permanecía escribiendo hasta las cinco de la tarde. Nunca almorzaba, y no le gustaba que lo molestaran mientras creaba sus historias. Si su familia lo necesitaba para alguna cosa, simplemente tenían que soplar un corno y él salía a su encuentro, y una vez terminada su jornada diaria, leía sus escritos del día a su familia después de la cena. 

El autor de El Tambor de Hojalata, Gunter Grass, alemán y premio Nobel de Literatura, escribe sólo durante el día y crea de cinco a siete páginas. Mientras lee y oye música toma un largo desayuno entre las nueve y las diez, trabaja después de comer y luego se toma un descanso vespertino durante el cual toma café. Retoma su trabajo y sigue corrido hasta las siete de la noche. Y en este grupo introduzco a George R. R. Martin, autor de la saga Canción de Hielo y Fuego (fuente de la serie Game of Thrones, que vemos en HBO) y uno de los escritores más populares de la actualidad, amado y odiado de igual manera por millones de personas. Martin detesta darles pistas a sus lectores sobre el futuro de sus personajes (algo que si hiciera se lo agradeceríamos, ya que nos ahorraríamos tanto sufrimiento ante la muerte de nuestros personajes favoritos). El autor asemeja su proceso creativo de la saga a la crónica de una guerra mundial vista de todos los ángulos posibles. Dice, en entrevistas, que la imaginación es lo único que lo limita en su labor literaria. (Realmente no creo que George R. R. Martin tenga limitaciones en su imaginación, ya que escribir una saga tan extensa, con múltiples universos, tramas, arcos y subtramas, y cientos de personajes, más el universo de cada cual, requiere no mucha, sino demasiada, y prodigiosa, imaginación).

Finalizo este encuentro con genios y sus manías citando a Ernest Hemingway, por siempre el viejo del mar. En la cita habla acerca de cómo, cuándo y por qué escribe. Apasionado por la vida y por su arte, en estas líneas nos deja entrar en lo más profundo de sus sentimientos hacia el arte de escribir y ,en cierta forma, también el de todos aquellos que ejercen este oficio de creaciones eternas.

“Cuando trabajo en un libro o en un cuento escribo cada mañana tan pronto como pueda hacerlo, después de la primera luz del día. No hay nadie que te perturbe y hace frío, y vienes a tu trabajo y te calientas mientras escribes. Lees lo que has escrito y dado que siempre te detienes cuando sabes qué sucederá luego, continúas desde ahí. Escribes hasta que llegas a un lugar donde aún tienes tu jugo y sabes qué sucederá luego, y te detienes y tratas de vivir hasta el otro día, cuando empiezas de nuevo. Has empezado digamos que a las seis de la mañana y puedes continuar hasta el mediodía o terminar antes. Cuando paras te sientes vacío y al mismo tiempo nunca vacío, sino lleno; así como cuando le has hecho el amor a alguien que amas. Nada puede lastimarte, nada puede pasar, nada significa nada hasta el otro día, cuando lo haces otra vez. Es la espera hasta el otro día lo que lo hace tan difícil de superar”

[Segunda entrega de dos]
Lee la primera parte
Por Silvia Mendoza

domingo, 11 de mayo de 2014

Genialidad desde adentro: manías y rituales de grandes escritores - I

Según el diccionario de la RAE, la palabra manía, en una de sus varias acepciones, es definida como una “Extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada”. El Larousse, igualmente como una de varias acepciones, la define como “Costumbre caprichosa y extravagante”. Yo me inclino a usar más esta última, ya que eso es exactamente lo que tienen esos genios de la literatura sobre quienes trata este texto: costumbres caprichosas y extravagantes a la hora de empezar a crear sus personajes, tramas y universos.

Muchos de nosotros tenemos nuestras manías para hacer cosas. Algunos escribimos de noche con un mini koala de peluche prendido del monitor, o tomamos té y café obsesivamente. Siempre resultó interesante para mí saber si los escritores en general, y específicamente mis favoritos, tenían sus rituales o manías antes de realizar su trabajo, o durante, o después, y resultó que sí, que muchos las tenían y que era, a su vez, una manera de canalizar sus distintos sentimientos de vida y flujo creativo de sus creaciones, además de lidiar con algunos demonios internos que poblaban sus vidas... o, simplemente, lo hacían porque les gustaba y listo. Enriquecí muchos de los datos que ya conocía con los resultados que obtuve de una búsqueda e investigación muy extensa en los dominios inmateriales de la Internet, y he aquí el fruto de la misma.

Entremos en materia y hablemos de manías, esas pequeñas costumbres extravagantes. Juan Rulfo, el gran escritor mexicano, escribió su aclamada novela Pedro Páramo en papelitos de distintos colores en los que redactaba las distintas situaciones presentes en la novela y, según los colores, Rulfo establecía jerarquía e importancia dentro de la historia. Luego los pasaba en limpio. Stephen King, el maestro del terror, también tiene sus manías para escribir, al igual que sus rituales. Se levanta temprano en la mañana, pone música y se sienta a escribir (se dice que lo hace en un trailer que está en las afueras de su casa, con música rock como ambiente musical). Cuando escribió La Torre Oscura se despertó de un profundo sueño con toda la historia en la cabeza; se sentó a escribir y no paró sino hasta días después, habiendo terminado todo ese primer tomo de la historia. King dice que obtiene sus ideas para historias al ver una cosa, o quizás dos, que sean interesantes; luego se pregunta “¿Qué pasaría si…?” y de ahí en adelante, de la respuesta a esa pregunta, obtiene una historia.

Una de mis escritoras favoritas de siempre es Louisa May Alcott, autora norteamericana mundialmente conocida por su novela Mujercitas que fue una escritora sumamente prolífica. Escribió muchísimas novelas y cuentos de literatura gótica y otros géneros (algo muy poco conocido por el gran público amante de las hermanitas March, sus secuelas y sus otras sagas que mantenían ese estilo familiar). Louisa siempre escribía hasta trece horas diarias seguidas, sin descanso, parada, y las hojas las colocaba en un atril que situaba en el centro de una habitación. Obtenía las ideas de su propia vida (Mujercitas y su saga, junto a Ocho Primos y su secuela, fueron casi netamente retratos de su vida familiar, y Relatos de Hospital se nutrió de las experiencias que obtuvo Louisa mientras fue enfermera en el frente de la Guerra Civil Norteamericana). Alcott escribió hasta el día de su muerte.

Otro de mis escritores favoritos, Gabriel García Márquez, eterno padre de Macondo y de los Buendía, de Eréndira, Fermina y Juvenal y tantos otros, Premio Nobel de Literatura y recientemente fallecido, también tenía sus manías: escribía descalzo y vestido (nunca en pijamas), y siempre debía tener una flor amarilla en la mesa. No llevaba notas de las ideas que se le ocurrían para cuentos o novelas, simplemente tomaba aquellas que pululaban en su mente, no las olvidaba y las desarrollaba posteriormente en sus obras. Su rutina consistía en despertarse a las cinco de la mañana, leer dos horas, bañarse y desayunar; revisaba el manuscrito del día anterior y continuaba. Decía que no tenía bloqueos, y sí mucho trabajo. Para probar sus historias, algunas veces las relataba a un grupo de gente en algún seminario o conferencia para ver cómo reaccionaba la gente ante ellas, y luego escribía lo contrario a lo que había dicho. Mario Vargas Llosa, orgullo latino igualmente Premio Nobel de Literatura, generalmente comienza a escribir a las siete de la mañana, es maniático del orden y tiene muchas figuras variadas de hipopótamos a su alrededor.

Saber que Susan Sontag era maniática al escribir me causó una gran impresión, ya que la idea que tenía de ella, basada en sus libros y entrevistas, no era la de una mujer tan estricta con algunos detalles inherentes a su manera de afrontar la escritura, sino más bien algo más liberal. Sontag escribía con un marcador o con un lápiz sobre hojas amarillas o blancas, y escribía siempre a mano porque le gustaba la lentitud que daba ese proceso. Luego pasaba a máquina el manuscrito, editándolo una y otra vez. Una vez que tuvo una computadora, introducía los borradores en ella y ya no volvía a tipear el manuscrito, sino que revisaba todo en sucesivas impresiones del documento. Henry Miller era extremadamente metódico y espartano a la hora de trabajar, llegando incluso a redactar sus ‘mandamientos’ o reglas para la escritura. Entre ellas se incluía no escribir más de una obra a la vez, no ponerse nervioso, mantenerse calmado, salir y ver gente y sentirse humano, olvidarse de los libros que se quiere escribir y concentrarse en el que se está escribiendo, trabajar sólo con y por placer y poner siempre la escritura por delante. Todos los cumplió.

Tanto la escritora chilena Isabel Allende, autora de novelas como La Casa de los Espíritus y Eva Luna, como Jack Kerouac, uno de los escritores Beatniks más apreciados por los lectores alrededor del mundo y autor de la clásica novela En El Camino, joya de la Generación Beat, se alejan bastante del pragmatismo casi militar de las rutinas y manías de sus otros colegas y abrazan más el misticismo y la espiritualidad a la hora de escribir, y ambos usaban velas. Allende, como buena latina, tiene mucho del realismo mágico en sus manías al escribir: al iniciar su trabajo enciende una vela y si esta se apaga hasta ahí escribe ella. Realiza conjuros y también tiene fetiches: comienza los libros cada 8 de enero. Kerouac también se acogía bajo el manto del misticismo y lo religioso como preludio de la sesión de trabajo, y no estaba exento de manías al escribir: tenía un ritual en el que encendía una vela, con cuya luz escribía, y luego la soplaba al terminar la labor. También, antes de empezar a escribir, se arrodillaba y rezaba a Jesús por la preservación de su lucidez y energía. Le encantaba el número 9 y, por ello, como parte de su rutina, se paraba de cabeza y tocaba el suelo nueve veces con la punta de sus dedos.

No puedo dejar fuera a Jane Austen, autora que adoro y cuyos libros disfruto a montones (y que también critico por crearnos a las chicas tan altas expectativas en cuanto a las cualidades y características que a veces deseamos en un hombre). Austen era una escritora muy estricta consigo misma y constantemente revisaba y modificaba sus textos, llegando a inclusive a reescribirlos completamente. Escribió varias de sus novelas en un escritorio portátil que su padre le regaló al cumplir 19 años, y nunca se separó de él. Siempre estaba dispuesta a experimentar con nuevos enfoques e ideas, y nuevas experiencias que luego serían mostradas en sus novelas, no entregaba nada a su editor sin que antes lo hubiese leído y comentado su hermana Cassandra, y discutido ambas, incluso. Sus otros familiares también tenían voz y voto en sus personajes y tramas, y a menudo ella tomaba en cuenta las sugerencias de aquellos en quienes más confiaba. 

[Primera entrega de dos]
Lee la segunda parte
Por Silvia Mendoza

El Torneo Clausura tenía un final de infarto

Zamora brilla bajo la dirección técnica del Chita.
Foto: www.balonazos.com.
Este final del Clausura pintaba bien: tres equipos que demostraron mucha regularidad a lo largo del torneo y llegaban con opciones matemáticas de hacerse con el título del Torneo Clausura del Fútbol Venezolano. Mineros, de la mano de Richard Páez, profundizó su exquisito juego de toque de balón que lo hizo insuperable en el torneo pasado, y tiene como meta coronarse hoy domingo para evitar la final.  Zamora, guiado por el mejor técnico venezolano de la actualidad, Noel “Chita” Sanvicente, tiene todo a su favor para titularse ya que, además de jugar de local ante el Zulia, consiguió victorias arrolladoras sobre rivales importantes y está en carrera, a pesar de empatar en la capital contra Caracas. Trujillanos tuvo un gran desempeño en el torneo que pareciera no poder capitalizar debido a que los resultados no los favorecieron en las últimas fechas; sin embargo, una combinación milagrosa de resultados pudiera llevar a su primer título al equipo de Pedro Vera y Leo González.

Éste era el escenario DEPORTIVO de un final de Torneo Clausura muy parecido al de los años precedentes en nuestro fútbol, en donde ha subido mucho la competitividad en la cancha a pesar de los bemoles extra-deportivos. Y lamentablemente me tendré que referir de nuevo a ello[1], a esas incómodas situaciones que algunos de los especialistas, en nuestro balompié, calificaron como el “máximo retroceso” en nuestras aspiraciones mundialistas.

Recapitulemos: En medio de un clima país bien delicado, la AUFPV con sus agremiados decidió no presentarse a jugar la jornada 7 del Clausura 2014 por razones de seguridad. La Federación Venezolana de Fútbol, haciéndole el guiño al gobierno actual, dijo que no había razones para no presentarse y muchos equipos perdieron juegos importantes por presentar juveniles en el campo, o aún peor, ni siquiera pudieron disputar sus encuentros, como le pasó al Deportivo Táchira, que no pudo llegar a El Vigía para enfrentarse al cuadro platanero. Además, Táchira no solamente perdió este partido por forfait, sino que se vio obligado a jugar muchas jornadas en Guanare, en medio de inimaginables dificultades logísticas, debido a  que la FVF no consideró, en ese momento, sus reclamos que hacían referencia a las protestas que paralizaron al estado limítrofe entre febrero y abril de este año. Los “aurinegros”, recordemos, no pudieron a veces ni siquiera entrenar en el Complejo Polideportivo de Pueblo Nuevo.

Mineros combina una potente plantilla con un bien calibrado
juego de toque. Foto: Prensa Mineros de Guayana
A pesar de esto, el torneo continuó, Caracas se desinfló, Zamora goleó a placer, Mineros mantuvo su juego y Táchira ganó los últimos seis partidos, comprometiendo las aspiraciones del Deportivo Anzoátegui y del Caracas de lograr el último cupo a la Copa Libertadores de este año y, en medio de este panorama, la FVF, en una decisión que podemos calificar de insólita, ordena echar para atrás su decisión contra Táchira, lo que le da la opción al aurinegro de disputar su juego en contra de El Vigía, el cual gana a última hora y además le concede la revisión de una apelación sobre el juego que disputó contra Estudiantes de Mérida, debido a una supuesta alineación indebida de los académicos. Todo de un solo golpe, a falta de disputarse una jornada.

Sí, es algo increíble, pareciera que en la Federación Venezolana de Fútbol trabajan imbéciles que no saben nada de la palabra empeñada y de la dignidad institucional, pues ¿a quién se le puede ocurrir la semejante barbaridad de abrir la posibilidad de que un equipo quede campeón en la mesa y no en la cancha por un reclamo que tiene más de dos meses? Esto parece un cuento de believe it or not, y sin embargo es: Táchira puede quedar campeón en la mesa sin importar lo que suceda hoy.

A Táchira le vale el derecho de apelar, porque su desempeño deportivo estuvo muy perjudicado por la situación del país, pero la actuación de la Federación Venezolana de Fútbol fue tan irresponsable que nuestro amado fútbol nacional vuelve a tomar características de una taguara que atienden un montón de borrachos sin ningún sentido de la ética, que sólo están interesados en guardarse, en los bolsillos, la plata que serviría para pagar entrenadores y construir infraestructuras futbolísticas, que permitirían sacar a cientos de niños venezolanos de la miseria y de la marginalidad.

Táchira viene en racha ganadora y, además, sale favorecido por
el desastre federativo. Foto: Prensa Deportivo Táchira
Es vergonzoso y es fiel reflejo de un país en donde abunda el cacique ignorante y el care’ tabla, que la Federación no se ponga de acuerdo sobre su normativa y decisiones. Es una ignominia que el campeón de nuestro fútbol, posiblemente, se decida en la mesa y no en la cancha, no porque sea Táchira, sino porque no es lo correcto, si acaso los miembros de la Federación saben qué significa eso. Éste es un nuevo episodio trágico en un torneo al que se le invierte mucha plata, pero que sigue siendo un chiste barato, donde los comediantes son malos, y donde el público no se ríe sino que llora y se lamenta. Gracias a la ineptitud y a los guisos de la Federación Venezolana de Fútbol, el campeón del Clausura, sin importar el equipo que logre coronarse, tendrá un asterisco que, además, se resaltará con negritas si el campeón de este semestre gana la estrella.

Sería genial que, lo ocurrido en este final de torneo, termine de despertar a los clubes y se hagan todos los esfuerzos pertinentes para crear, por fin, la ansiada Liga Profesional (privada), para ver si de esta manera podemos disfrutar, en un futuro cercano, de un torneo de fútbol competitivo, moderno y progresista, que haga de los clubes venezolanos rivales temibles en el ámbito internacional. Talento tenemos, sólo que hay que evitar, en lo posible, desperdiciarlo.

[1] Puede leer también "Los tentáculos del Kraken y el fútbol nacional"
Por Erwin López

sábado, 10 de mayo de 2014

El Día de la Victoria sobre la intolerancia

Soldado ruso con pose marcial en el desfile que conmemora el
Día de la Victoria en Moscú. (Foto: www.cbc.ca)
En estos días, hace 79 años, el Mariscal Keitel firmaba la rendición de la Alemania Nazi ante los rusos en las afueras de Berlín, poniendo fin de esta manera al horror de la II Guerra Mundial en Europa. A pesar de que los días 7 y 8 de Mayo son considerados por la Organización de las Naciones Unidas como Días del Recuerdo y la Reconciliación, la mayoría de las naciones que sufrieron, en carne viva, las acciones del totalitarismo alemán, lo celebran como el Día de la Victoria.

Quizás los que conmemoran esta fecha con más entusiasmo y solemnidad son los países de preponderancia étnica eslava, en donde aquella Alemania de Hitler desató todo su odio racial contra los que consideraba untermenschen. Casi 80 años después, La Plaza Roja de Moscú, con grandes fastos militares, sigue llenándose de fervor patriótico para venerar a aquellos que lucharon y murieron por la supervivencia de su pueblo, que junto a los judíos, fue el más perjudicado por los campos de concentración, el hambre y los escuadrones de la muerte del Tercer Reich.

Para nosotros, estas fechas deberían representar un horrible recordatorio del peligro del radicalismo en cualquiera de sus expresiones, una lección de nuestro pasado no tan lejano sobre las consecuencias de la intolerancia y del irrespeto a la dignidad humana de nuestros pares. Ningún ser humano merece ser ajusticiado ni sometido a tratos crueles por pensar o ser diferente, es un Derecho Humano que es inalienable, ojalá que los gobiernos del mundo entiendan y respeten éste y otros principios, por humanidad. 


Por Erwin López

jueves, 8 de mayo de 2014

En dos líneas y media

Martin Luther King Jr. Doctor en Filosofía y activista
de Derechos Civiles en Estados Unidos
(Foto: www.nobleprize.org)


“He decidido quedarme con el amor.  El odio es una carga demasiado grande para soportarla”








Martin Luther King, Jr.

Partido a partido

El cine es, desde mi muy particular modo de ver las cosas, una de las expresiones artísticas e intelectuales más brillantes que el ser humano ha podido crear en sus más de cinco mil años de historia. Su magia radica en podernos contar una historia que nos conmueva, que nos haga reflexionar, reír o llorar, todo en unos 120 minutos (dependiendo). Evidentemente, hay películas que nunca pasarán a la historia, ya sea por su pobre argumento, por una mala dirección o sus pésimas caracterizaciones, en fin. Sin embargo, en el mundo del cine, cuando una buena película se estrena, ella perdurará por siempre en la mente y en el corazón de todos los que tuvieron la oportunidad de disfrutarla. Si me preguntaran ¿en qué radica el éxito de una buena película?, yo no dudaría en responder: primero que todo en una buena historia (para mí es lo primordial); segundo, un buen director, ya que la dirección de una película puede marcar definitivamente el éxito de ésta; y, por último, pero no menos importante, los actores. Una buena historia, un buen director y un grupo de actores capaces de interpretar, a carta cabal, el papel asignado son la ecuación perfecta que arrojará como resultado una película que no podrá ser olvidada fácilmente.

Ahora bien, amigos lectores, no es una crítica de cine lo que pretendo mostrarles a continuación, ni tampoco mi apreciación con respecto a las características que debe poseer una buena película para lograr el éxito. Es más, ni siquiera hablaremos realmente de cine. Se preguntarán, entonces, el porqué del párrafo anterior.

La respuesta es muy sencilla: a veces somos testigos de historias de la vida real dignas del séptimo arte. Y una de esas historias la estamos viendo, y de alguna manera viviendo, en el apasionante mundo del fútbol. Heroico e inspirador son solo un par de adjetivos que se me ocurren para, de alguna manera, calificar la temporada que se está mandando el Club Atlético de Madrid de la mano del “Cholo” Simeone. Un equipo que, contra todos los pronósticos, está a dos partidos de coronarse como el monarca de la llamada Liga de las Estrellas y, no conforme con esto, se ha colado, después de cuarenta años, en la final del torneo de clubes más importante del mundo: la UEFA Champions League.

¡Imagínense el guión de esta película! Ya me puedo imaginar el tráiler: un conjunto de escenas perfectamente seleccionadas que muestren los discursos motivadores –en el vestuario– antes de un partido, las lágrimas en un momento determinado, gritos de gol, una afición ensordecedora, todo lo anterior mientras se van acelerando las imágenes y el volumen del soundtrack aumenta, para luego dejar un segundo (que parecerá una eternidad) de silencio y, de repente, una pequeña imagen de la película con una frase dicha por quien interprete a Simeone. Por último, el gran final: El titulo de la obra y el célebre ¡Próximamente sólo en cines!


Realmente no importa el desenlace que vaya a tener esta historia, ya el Atlético de Madrid ganó. Le ganó a la historia, le ganó a los números, le ganó al poder económico, todo lo anterior en el contexto de una Liga totalmente desigual. Y como si fuera sacado precisamente de un guión cinematográfico, y para darle mayor dramatismo a esta historia, lo anteriormente relatado sucede en el marco de una Liga que tenía al inicio de la temporada a dos grandes favoritos: Gareth Bale y Neymar da Silva Santos, fichajes estrellas de los hegemónicos Real Madrid y Barcelona. 

Puro corazón es este Atlético, toda pasión es Simeone, quien hasta el día de hoy ha logrado lo inimaginable, pensando solo en su filosofía de partido a partido.

Tocará esperar el final de temporada y ver si el Cholo y su Atlético de guerreros se llevan algún título tangible que premie el trabajo realizado, aunque no les hace falta, ya ganaron. Partido a partido este Atlético ha construido una leyenda, que como toda buena película, no será fácil de olvidar.

Por Américo Alvarado

miércoles, 7 de mayo de 2014

Escrito en luz: La dinámica matutina

Por @erwinlopezccs


Deshumanización, caos, pésima calidad de vida, inseguridad. Pequeñas vivencias de la mañana de los usuarios del cada vez más congestionado e ineficiente Metro de Caracas. Aquí una muestra de su trepidante dinámica, reflejo de la sobrepoblación que aqueja a la capital venezolana.

Por Erwin López

martes, 6 de mayo de 2014

En dos líneas y media

Sir Winston Churchill, gran político e
historiador británico

"Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política"



Sir Winston Churchill

Las dos caras del gobierno


Foto tomada de El Universal

Poco después de la muerte del Presidente Chávez, el almirante Diego Molero Bellavia afirmó, enfáticamente, que las Fuerzas Armadas iban a cumplir la voluntad del antiguo Comandante, entiéndase: defender al pueblo, luchar por la Revolución, votar por Maduro, para además “darle en la madre a toda esa gente fascista de este país”. ¿Lo recuerdan? El Alto Mando militar, representado –en ese caso– por el ahora ex Ministro del Poder Popular para la Defensa, nos hacía entender de nuevo el impacto del trabajo hecho por Chávez en las Fuerzas Armadas, las cuales, más que nunca, se declaraban al servicio de la Revolución (por lo menos las cúpulas).

¿Por qué recuerdo este momento? Para iniciar esta pequeña reflexión sobre las caras del gobierno, a partir de la más alarmante y evidente. El rostro militar, sin duda, es quizá el más llamativo y preocupante, aunque –para ser sincero– no representa mayor novedad en nuestra historia republicana, plagada de gobiernos personalistas vinculados al poder de las armas (más allá de las diversas diferencias distinguibles). Es que, lejos de ser la excepción, la fuerza militar siempre ha desempeñado un papel protagónico en el hecho público venezolano, situación que –me atrevería a decir– tampoco desapareció durante la más larga seguidilla de gobiernos civiles (hoy llamada la IV), esa que, en definitiva, no pudo con los estigmas impuestos por nuestros dictadores”, tal como mencionaba la escritora Elisa Lerner, ni fortalecer o, más bien, fomentar la verdadera  institucionalidad en el país.

Por supuesto, este tipo de personajes –como Diego Molero o Miguel Rodríguez Torres–, representantes del rostro verde del gobierno, se encontraban y se encuentran más que encantados al ver la cuota de poder político que tienen los militares en la Venezuela actual. Es decir, no sólo tienen, con la Revolución, la garantía de mantenerse en el Alto Mando y en los cargos ministeriales correspondientes, sino que –con agrado– ven la expansión interna del control militar a través de una notable cantidad de, por ejemplo, gobernadores vinculados estrechamente al mundo verde oliva, tal como lo mencioné en una reflexión anterior [1]. Recordemos que prácticamente el 50% de los mandatarios regionales son (ex) militares. Éstos, especialmente los de más alto rango, deben pensar (probablemente de forma acertada) que si se mantiene el actual gobierno, se garantiza la presencia preponderante y protagónica de las Fuerzas Armadas en el ámbito político.

Este control militar no debe dejar de preocupar a la oposición, más cuando se destaca y se normaliza discursivamente (estratagema usual) la supuesta unión cívico-militar” promovida por el gobierno. Ya Henríque Capriles Radonski, incluso en su campaña presidencial contra el Presidente Chávez, afirmó que tenía sus contactos” con importantes personajes de las Fuerzas Armadas. Sea cierto o no, tal aseveración demuestra que –el entonces candidato– sabía a qué se enfrentaba y, por supuesto, entendía la importancia de mostrar cierta vinculación con personajes del mundo militar, como para establecer un equilibrio (así sea sólo mediático) dentro del orbe castrense. Especie de contrapeso entre sus contactos y el sector que se muestra alarmantemente radical y parcializado, dirigido –según parece– por el más radical de todos los (ahora sin el ex) militares del gobierno: el señor Cabello, Presidente de la Asamblea.

La fachada, como maquillaje, muestra otra cara al exterior: los civiles toman la “batuta” política. Nicolás Maduro, con su experiencia como canciller, fue elegido para suceder al fallecido mandatario y Elías Jaua, de la mano con él, empezó a ejercer como Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Vicepresidente Político y, posteriormente, como Protector de Miranda (signifique lo que signifique esto). En el plano de las negociaciones, todo fue encontrando su orden de acuerdo a lo estimado por el difunto Presidente. Cabello, que parece no terminar de contar con el amplio agrado del pueblo chavista, se “conforma” con su parcela, mandando mensajes, de vez en cuando, para recordarles a sus camaradas civiles que pueden gobernar siempre que lo dejen en calma dentro de sus dominios, haciendo gala, para ello, de las fichas verdes que dispone en su tablero (pensemos en sus invitados de honor cuando fue reelecto como Presidente de la AN). Esto último, en efecto, pareció un recado dirigido tanto a los opositores como a sus posibles adversarios internos.

Foto de Reuters.com

No cabe duda que, mientras la inminente partida del gran líder se concretaba (y probablemente después de ésta), el gobierno se dedicó a organizar sus cartas y negociar de cara al futuro. Se aseguraron de tener todo claro antes de anunciar el fallecimiento del Comandante. Mantener el equilibrio de los sectores revolucionarios resultaba fundamental y creo que no era demasiado difícil entenderlo y lograrlo, tomando en cuenta la experiencia, en estos juegos de poder, que poseen los protagonistas y sus buenos y emblemáticos asesores insulares. El recorrido posterior (ya iniciado), con las diversas intensidades propias de los momentos críticos, puede representar la mayor amenaza para el régimen y, por qué no, para la coalición entre ambas caras o factores de poder. Al final de cuentas, en nuestro país, siempre lleno de vivos criollos, las lealtades tienden a confundirse cuando las tajadas ($) disminuyen. Y, claro está, digan lo que digan, los revolucionarios no escapan de esta realidad.

En definitiva, hoy el país sigue encontrándose políticamente entre estas dos aguas, a saber, la presencia militar (cuerpo, alma y origen) y la cara civil, como portada frente al mundo, aunque su credibilidad sea parcial. El gobierno post-Chávez se distribuye, con la mayor armonía posible, el poder dejado por el patriarca. Los dos sectores chavistas, sentados en la mesa, trabajan para conseguir el equilibrio o la fusión de sus fuerzas: el de las armas y el apoyo popular, que busca ser integrado al primero (milicias), algo así como “la militarización de la sociedad” mencionada por Manuel Caballero cuando hablaba del fascismo; mientras que la oposición parece ser una espectadora al acecho de oportunidades capitalizables, jugando –en pocas palabras y con mayor o menor tino– al error del contrario.

[1] Puede leer también "El nuevo dios y el mismo enemigo"
Manuel Ferreira Cid