sábado, 26 de agosto de 2017

El Gorilato

Por @erwinlopezccs



De antemano el autor le pide perdón a cualquier simio que se sienta ofendido por esta imagen. Ningún ser vivo se compara al gorila venezolano.
El gusto de Venezuela por los “gorilas a caballo”, o al menos con arma blanca, no es para nada nuevo. El caudillismo por sus características como sistema político impidió que la Venezuela del siglo XIX pudiera tener periodos largos de prosperidad y paz porque se basa en el ejercicio de la política por la vía armada. Es el gobierno del más fuerte. Entonces, mientras los generales y doctores dirimían sus conflictos a machetazos, Venezuela languidecía por un crecimiento poblacional casi nulo, una economía destruida por la continua destrucción de su infraestructura y la falta de mano de obra mientras sus riquezas eran saqueadas por estos señores de la guerra.
Con la llegada del siglo XX y de los andinos al poder, Venezuela cierra la etapa de los caudillos para intentar modernizarse al mismo paso de su Ejército Profesional y, además, vive uno de sus periodos más largos sin agitaciones armadas. Sin embargo, el germen del “gorila a caballo” pasó de los “ciudadanos armados” del siglo XIX al ejército profesional del siglo XX, y de allí los problemas que aún nos aquejan. De Delgado Chalbaud a Pérez Jiménez, de Argimiro Gabaldón a la presentación de CAP como el hombre de la democracia fuerte, ese anhelo de muchos venezolanos porque alguien más guíe nuestros destinos nos llevó al chavismo o el “gorilato con boina”.
La destrucción de toda la institucionalidad lograda durante el siglo XX fue el gran resultado del chavismo y a la vez la causa de un fenómeno que ahora, en medio del caos producido por la muerte del Gorila de Sabaneta,  vemos expresado en proclamas hechas por miembros de la FANB y de otros personajes armados por redes sociales  y la televisión pública -dependiendo del bando- que guardan una espeluznante semejanza con aquellas hechas por los gorilas del siglo XIX: todas sus palabras parecieran centrarse en la defensa de la democracia y de los principios morales más altos.
Sin embargo, como en el siglo XIX, luego de las bonitas palabras vienen la miseria y el hambre provocada por una absurda violencia política que solo sirve para demostrar quien es más “cuatriboleao”, pero que no resuelve los problemas urgentes del país que, por demás, solo se pueden solventar en un clima de paz y respeto a la ley. La resolución democrática de los conflictos es la única garantía para una mejor Venezuela y la defensa de este derecho a la paz y a la democracia nos alejará un poco más de la barbarie en la que el chavismo sumió a nuestro país. Es algo que todos debemos entender, incluso los que portan las armas de la República.

Por Erwin López



jueves, 24 de agosto de 2017

El comandante presidente

Por: @erwinlopezccs




El chavismo es un disparate donde conviven sin ningún remordimiento las más disímiles ideas. Sin embargo, algo está bien claro: sólo puede haber un líder supremo con sucesores "legítimos" -porque fueron designados por el líder-  que continuarán con la causa revolucionaria a costa de lo que sea. Pareciera una idea novedosa, pero más o menos de eso se trataba la política venezolana del s. XIX. Los caudillos se sucedían los unos a los otros mediante la victoria por la vía armada.
En el caso del movimiento fundado por el Comandante Supremo (sic) Hugo Chávez a finales del siglo XX, esta tendencia a la violencia política personalista de la que había adolecido Venezuela fue fortalecida con varias herramientas de opresión que los rusos y los cubanos han ido perfeccionando por muchas décadas. Desde el punto de vista ideológico, el comunismo le dio la posibilidad a Chávez de cohesionar sus grupos de apoyo bajo la bandera de la lucha de clases. Desde el punto de vista táctico, Stalin y Fidel le proporcionaron al chavismo la propaganda y los procedimientos de inteligencia necesarios para mantener el control.
De resto, la tergiversación de la Historia, el uso de la democracia para implantar un totalitarismo disfrazado de gobierno popular, la sincronización de los deseos del pueblo-masa con los deseos del Líder Supremo y la supresión paulatina de derechos humanos fundamentales para los sistemas democráticos son sólo manifestaciones de una enfermedad: Venezuela padece de socialismo. Un socialismo que se impuso a nuestro país en medio de un resurgimiento de la izquierda intelectual en el “primer mundo” que, como Iglesias y Chomsky, pareció olvidar las víctimas de Pol Pot, Mao, Stalin, Hitler, Fidel Castro, Kim Il Jong y otros tantos desgraciados que se aprovecharon de las esperanzas de justicia social de sus pueblos para convertirse en Gran Hermano.   

Por Erwin López