jueves, 8 de mayo de 2014

Partido a partido

El cine es, desde mi muy particular modo de ver las cosas, una de las expresiones artísticas e intelectuales más brillantes que el ser humano ha podido crear en sus más de cinco mil años de historia. Su magia radica en podernos contar una historia que nos conmueva, que nos haga reflexionar, reír o llorar, todo en unos 120 minutos (dependiendo). Evidentemente, hay películas que nunca pasarán a la historia, ya sea por su pobre argumento, por una mala dirección o sus pésimas caracterizaciones, en fin. Sin embargo, en el mundo del cine, cuando una buena película se estrena, ella perdurará por siempre en la mente y en el corazón de todos los que tuvieron la oportunidad de disfrutarla. Si me preguntaran ¿en qué radica el éxito de una buena película?, yo no dudaría en responder: primero que todo en una buena historia (para mí es lo primordial); segundo, un buen director, ya que la dirección de una película puede marcar definitivamente el éxito de ésta; y, por último, pero no menos importante, los actores. Una buena historia, un buen director y un grupo de actores capaces de interpretar, a carta cabal, el papel asignado son la ecuación perfecta que arrojará como resultado una película que no podrá ser olvidada fácilmente.

Ahora bien, amigos lectores, no es una crítica de cine lo que pretendo mostrarles a continuación, ni tampoco mi apreciación con respecto a las características que debe poseer una buena película para lograr el éxito. Es más, ni siquiera hablaremos realmente de cine. Se preguntarán, entonces, el porqué del párrafo anterior.

La respuesta es muy sencilla: a veces somos testigos de historias de la vida real dignas del séptimo arte. Y una de esas historias la estamos viendo, y de alguna manera viviendo, en el apasionante mundo del fútbol. Heroico e inspirador son solo un par de adjetivos que se me ocurren para, de alguna manera, calificar la temporada que se está mandando el Club Atlético de Madrid de la mano del “Cholo” Simeone. Un equipo que, contra todos los pronósticos, está a dos partidos de coronarse como el monarca de la llamada Liga de las Estrellas y, no conforme con esto, se ha colado, después de cuarenta años, en la final del torneo de clubes más importante del mundo: la UEFA Champions League.

¡Imagínense el guión de esta película! Ya me puedo imaginar el tráiler: un conjunto de escenas perfectamente seleccionadas que muestren los discursos motivadores –en el vestuario– antes de un partido, las lágrimas en un momento determinado, gritos de gol, una afición ensordecedora, todo lo anterior mientras se van acelerando las imágenes y el volumen del soundtrack aumenta, para luego dejar un segundo (que parecerá una eternidad) de silencio y, de repente, una pequeña imagen de la película con una frase dicha por quien interprete a Simeone. Por último, el gran final: El titulo de la obra y el célebre ¡Próximamente sólo en cines!


Realmente no importa el desenlace que vaya a tener esta historia, ya el Atlético de Madrid ganó. Le ganó a la historia, le ganó a los números, le ganó al poder económico, todo lo anterior en el contexto de una Liga totalmente desigual. Y como si fuera sacado precisamente de un guión cinematográfico, y para darle mayor dramatismo a esta historia, lo anteriormente relatado sucede en el marco de una Liga que tenía al inicio de la temporada a dos grandes favoritos: Gareth Bale y Neymar da Silva Santos, fichajes estrellas de los hegemónicos Real Madrid y Barcelona. 

Puro corazón es este Atlético, toda pasión es Simeone, quien hasta el día de hoy ha logrado lo inimaginable, pensando solo en su filosofía de partido a partido.

Tocará esperar el final de temporada y ver si el Cholo y su Atlético de guerreros se llevan algún título tangible que premie el trabajo realizado, aunque no les hace falta, ya ganaron. Partido a partido este Atlético ha construido una leyenda, que como toda buena película, no será fácil de olvidar.

Por Américo Alvarado

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