miércoles, 6 de agosto de 2014

Fragmento de "una mujer llamada Caracas"


Foto de Gloria Rodríguez
Fuente: Wikipedia
Yo nací y he vivido siempre en Caracas. Por los cuentos que me han echado no la conocí en su esplendor, aun cuando puedo decir que tuve la oportunidad de conocer una ciudad un tanto más amigable que la de ahora.

Sí, ciertamente Caracas, desde que se desarrolló, dejó de ser una niña de su casa, hacendosa y aplicada... Su particular personalidad rumbera y bochinchera nos permitía, dentro de todo, caminarla sin tanto temor, sin tanto olor a peligro, sin ver tanto para los lados. Escuchar su música y bailar con ella no era tan complicado, aunque es inevitable admitir que, cuando se ponía arisca, mostraba las uñas y hasta los dientes; pero ahora que ha crecido, y se comporta como una mujer traicionada, huele a venganza, a reproche que reclama con pistola en mano, cual furibunda retrechera que pretende cobrarse, en una noche, los maltratos de toda una vida. ¡Cuánto salvajismo tenía oculto!

Ahora insulta a diestra y siniestra. Ahora es Caracas la endemoniada, la que amanece con menos gente, la que no perdona ni ve para atrás. Quizás está enferma, delirando con una fiebre de ignorancia, de desconfianza, de rencor, de resentimiento, de inconsciencia o decidió que ya no hay espacio para sus habitantes y sus etiquetas. Sí, las etiquetas que cargamos todos, casi que pegadas en la cédula, y que se reflejan en la frente y hasta en la manera de caminar... Y para nada, porque no he sabido de ninguna bala preguntando si eres Chavista, Ni Ni u Opositor, si tienes hijos o si ya cumpliste tus sueños.

Publicado originalmente en El Universal Web y en Guayoyo en Letras
Por Arasnevid López

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