miércoles, 12 de julio de 2017

Venezuela 2017

Por Erwin López

La revolución se come a sus hijos. De esa manera paga los mismos pecados por los cuales Lucifer tuvo que bajar al Averno: traición, asesinato, injuria, envidia, gula, ira. Amargamente, muchos de los que engulle esta diabólica maquinaria de represión manejada por los "Hijos de Chávez”, son aquellos que ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocer una Venezuela diferente antes de ser asesinados. Pero ellos no son las únicas víctimas, de una manera u otra el resto de los venezolanos sufrimos las consecuencias de vivir el infierno chavista: hay quienes mueren de mengua por falta de medicinas, están aquellos que son víctimas de la delincuencia, los presos políticos, los presos comunes, los torturados por el ejército de invasión, aquellos a los que les violentan su hogar, los que sueñan con volver, los que comen una vez al día, la gente que se alimenta de la basura, los que pasan penurias en el extranjero, los que no pueden ejercer sus derechos porque están amenazados con el despido, los que son coaccionados con las bolsas del CLAP.

Tiene tantas facetas nuestra catástrofe nacional que no alcanzan ni las palabras, ni este mural de Giovanni da Modena, sobre el infierno de Dante, para cubrir las dimensiones de la tragedia inducida por el chavismo.

¿Hacía falta llegar hasta el infierno?

Por Erwin López

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