jueves, 5 de febrero de 2015

"Ha llegado un inspector"

El pasado fin de semana tuve la oportunidad de ver Ha llegado un inspector, obra original del inglés J.B. Priestley (1946), representada en el país desde hace algunos meses gracias al Grupo Teatral Skena. Esta versión de Ugo Ulive, producida y dirigida por Basilio Álvarez, mezcla la intriga con algo de humor, gracias a las buenas interpretaciones de actores como el reconocido Jorge Palacios (Inspector Goodman).

La obra inicia cuando la más que acomodada familia Birling celebra el compromiso de la joven Sheila con Gerald Croft. En medio de este encuentro festivo se van mostrando las características de la familia y, en especial, del padre, Arthur Birling, quien resulta ser un hombre de pocos escrúpulos, capaz de sugerir que, ante cualquier inconveniente, la solución más inteligente no es la moralmente más adecuada. Es en ese momento cuando aparece inesperadamente el Inspector Goodman, no sin algo de misterio, para interrogar a la familia (incluyendo al futuro yerno) acerca de un suceso que acaba de ocurrir: Una joven se ha suicidado, ingiriendo un desinfectante, y –luego de revisar el apartamento y el diario de la chica– el funcionario ha considerado continuar su investigación en la mansión de los Birling, logrando, con sus precisas preguntas, demostrar que cada uno de los miembros tuvo algo que ver con la lamentable muerte.

¿Culpables de un suicidio? La obra llama a la reflexión sobre la responsabilidad que cada persona tiene en relación con los otros. Muestra cómo una decisión puede afectar vidas ajenas, en especial en sociedades como la representada en la obra, caracterizada por la marcada desigualdad social, así como por el abuso de poder de los miembros de las clases y estamentos dominantes. El Inspector, luego de develar todos los hechos, se despide con un discurso aleccionador que parece dar por concluida la obra; pero la trama continúa con la discusión que se genera en la casa, a raíz de la inesperada visita, en la cual se enfrentan dos perspectivas: la indolente (de los padres) y la afectada (de los hijos), situación que se mantiene incluso luego de que tanto Croft como el señor Birling parecen descubrir que todo lo ocurrido fue una simple broma.

La obra culmina con un giro repentino, quebrando la linealidad del tiempo. La realidad, reiniciada, vuelve a perturbar la ahora inestable tranquilidad de esta familia de poderosos, gracias a la labor de un Inspector que es capaz, nuevamente, de confrontar la frágil moral del resto de los personajes.

Por Manuel Ferreira Cid

No hay comentarios.:

Publicar un comentario