jueves, 25 de septiembre de 2014

Réplica por la #Biblioteca [por los Bibliotecarios] de Venezuela.



"La manifestación más global de la crisis, y hasta cierto punto, comprensiva de todas sus expresiones, es la crisis institucional o la crisis de las instituciones, es decir, la que afecta a las organizaciones fundamentales de nuestra sociedad".
Allan Brewer-Carías, presidente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (1988-1990).

"Este proceso, progresivamente, va conduciendo, a través de un ordenamiento paraconstitucional, a un deterioro de los principios fundamentales del Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia proclamado como forma jurídico-política para la nación venezolana, y a la destrucción del federalismo descentralizado que, precisamente para profundizar la democracia y para el ejercicio del poder público desconcentrado, se consagra constitucionalmente como principio fundamental del Estado".
Román Duque Corredor, presidente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (2009-2011).

Fuente: Sibci.gob.ve
Hace rato ya que las instancias públicas en Venezuela han dejado de ser instituciones. En alguna otra cosa se han convertido, pero la institucionalidad se ha extraviado en tanto alboroto. Ya muchos edificios públicos en el centro de Caracas son otra cosa: se han convertido en estructuras amorfas sin sentido, monstruosidades burocráticas de pocos pasos y sin orientación, espacios llenos de recursos financieros perdidos y recursos humanos tan valiosos como subutilizados, espacios vacíos dirigidos por parásitos ideólogos al servicio de cualquier otra cosa, menos al servicio público y a la construcción de ciudadanía. Algo así es la Biblioteca Nacional en pleno siglo XXI.

¡Ya lo he dicho otras veces! Aquello que nació en las décadas de 1.970 y 1.980 del siglo pasado llamado Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, quedó así, tal cual, en el pasado. Eso que algún día fue modelo para todo el movimiento bibliotecario latinoamericano ya es parte de la historia, nada más. Aquella institución que algún día fue propulsora de proyectos, sueños e ideas desde las bibliotecas públicas ya hoy se ha quedado en el rezago más impresionante de nuestra historia republicana.

¡Y no lo digo sólo yo! Los pocos datos y cifras disponibles y que hemos develado desde esta ventana así lo reflejan. ¿Cómo se explica que con un presupuesto asignado de más de 1.100 millones de bolívares (315 millones de dólares) en la última década, a la Biblioteca Nacional, sólo la visite el 1,2% de la población? Es decir, si acaso un 5% de los habitantes de Caracas la consultan. ¿Cómo le explicamos a las futuras generaciones que el Estado, con las reservas petroleras más grandes del mundo, invierte apenas el 0,03% de los ingresos petroleros en bibliotecas? Lo que se traduce en que el 80% de la población venezolana reconozca sin mayor estupor que no asiste a biblioteca alguna. ¡Lo dice el CENAL! ¡Por Dios! Lo dijo hace dos años. ¿Y a nadie le llama esto la atención? ¿A nadie le preocupa? ¿Quién da la cara? ¡Pues nadie! No hay instituciones, hace rato dejaron de serlo.

Desde comienzos de este nuevo siglo engañaron a la gente con una supuesta "Constituyente Bibliotecaria", haciéndoles creer a los trabajadores bibliotecarios que con asambleas político-partidistas iban a revolucionar la máxima institución bibliotecaria. Simplemente se inició un proceso de utópica inclusión bajo el pretexto de la exclusión, que promovió ascensos de pequeños grupos de poder con escasa formación profesional y desterró a otros grupos con mayores credenciales y méritos. Lo que se conoce en Venezuela como el típico "quítate tú, pa' ponerme yo". En realidad, un proceso excluyente de inclusión de masas, nada más. Nada cambió, todo siguió igual o hasta peor.

Y qué decir de la sumisión del entorno institucional. Ellos mismos convirtieron a la pantomima del "Colegio de Bibliotecólogos y Archivólogos" en un verdadero fantasma, en un ente oscuro e invisible que poco a poco ha hecho que se extinga, casi por completo, la profesión. Sin una instancia que luche por los derechos de los profesionales venezolanos de los archivos y las bibliotecas, todo ha sido mucho más sencillo para los asaltantes de la institucionalidad. Por ello, a la Biblioteca Nacional, la han llevado de la mano -al borde del abismo- diversos historiadores, licenciados en educación, músicos, licenciados en letras y todo tipo de gente al servicio de cualquier cosa, menos de la bibliotecología y el desarrollo profesional. Bastaría con ver la reducción de personal especializado, en la última década, para entenderlo.

Y mucho de esto ha sido posible también gracias a la debilitada legalidad que nos sostiene. Con la “Ley del Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas” (1977), ya obsoleta y de poca aplicabilidad, que tan sólo es utilizada para que el Presidente de la República de turno cambie al Director de la institución, la cual ha de suponerse autónoma, con toda discrecionalidad. Sólo este es uno de los graves errores del mencionado texto legal, que en el futuro próximo debería ser reformado a favor de las bibliotecas. Por ello han llegado a la Biblioteca Nacional los Medina Rubio, los González, los Báez, los Barreto, los Páez, y quién sabe cuántas otras gestiones fracasadas faltan por llegar a la máxima institución bibliotecaria de forma discrecional. Por ello también, de algún modo, nuestras bibliotecas públicas son administradas por cualquier otro profesional, menos por un bibliotecólogo.

Y ni hablar de las remuneraciones a la profesión. Muchos bibliotecólogos ni se aparecen por las bibliotecas públicas porque saben que no pueden trabajar simplemente por “amor al arte”. La desaparición de la colegiatura profesional ha hecho mucho daño. Pero la sumisión ha sido compartida. Lamentablemente, las universidades y, particularmente, las escuelas de bibliotecología han sido cómplices –queriendo o no de los maltratos a los profesionales y del manejo de las bibliotecas en el país, ya sea por acción u omisión. ¿Qué dijeron las escuelas de bibliotecología cuando, de forma discrecional, el gobierno decidió sacar de la lista de prioridades la importación de libros hace unos cuantos años? ¿Qué pronunciamiento académico hubo cuando se intentó quemar algunas colecciones de las bibliotecas, o cuando Mr. Fernando Báez salió "con las tablas en la cabeza" de Biblioteca Nacional por terrorismo laboral y fuertes rumores de corrupción, o cuando los espacios de la Nacional se redujeron para darle cabida a un canal de televisión? ¿Dijeron algo? ¿Las escuelas de bibliotecología se pronunciaron? La verdad, poca voz han tenido, poco se les ha escuchado entre murmullo y murmullo, a menos que estén afónicas o desmembradas y no nos hemos enterado.

En fin, esta especie de réplica* que me he inventado tiene lugar no por algo que haya dicho la Biblioteca Nacional, sino todo lo contrario, por una imperdonable omisión a la labor a contracorriente del bibliotecario venezolano. ¡Fue verdaderamente indignante ver cómo el Día Nacional del Bibliotecólogo y Archivólogo, la supuesta máxima institución bibliotecaria del país no emitió un sólo mensaje de reconocimiento a los profesionales del país! Ni en su página web, ni en su cuenta oficial de Twitter.

Ese día confirmamos la desconexión en cuerpo y alma de la Biblioteca Nacional con respecto al conocimiento, a los nuevos tiempos que corren en la revolución de la información, y a su verdadera función social. Nos dimos cuenta, una vez más, que la moribunda institución está al servicio del proselitismo político-partidista, del personalismo ideológico, y de los poderosos de turno. No a favor de la ciudadanía y de la reivindicación de la biblioteca comoinstitución fundamental y universal. Todo está allí a la vista de todos, a las pruebas me remito.
 
Algunos tuits de @BiblioNacional el 27/07
"Día Nacional del Bibliotecólogo y Archivólogo"

 


www.bnv.gob.ve
 
 
¡Les quedó grande la institución!

Han echado a la basura el espíritu republicano de Diego Bautista Urbaneja, primer director de la Biblioteca Nacional en su creación. ¿Qué diría el Dr. José MaríaVargas?: "¡qué han hecho con el conocimiento, si el mundo es del hombre justo!" ¿Qué haría el ilustre Adolfo Ernst con este desastre, qué solución práctica daría Manuel Segundo Sánchez, cuántas lecciones daría, en este tiempo, Caracciolo ParraLeón, cuánta cultura de la diversidad imprimiría Enrique Planchart, cuánto extraña la Biblioteca Nacional la versatilidad de un Pedro Grases, cuánto todavía podría decir Virginia Betancourt de semejantes gestiones que se han llevado tanto esfuerzo y tanto empeño bibliotecario?

Sin duda, les ha quedado muy grande, a la actual gerencia, el lugar que ocupan. ¡Pura palabrería patriótica! Quisiéramos saber los bibliotecarios de este país ¿cómo se come eso...? Mientras tanto, la biblioteca pública sufriendo, padeciendo, llorando, esta mancha gris en nuestra historia republicana. Con esto, exijo respeto.

Tengan por seguro que en un futuro, no muy lejano, la biblioteca venezolana será reconstruida de la mano de sus profesionales, a favor de la gente, de la ciudadanía, de la democracia, de la innovación, del conocimiento.

La lucha continúa...


Por Renny Granda

*El artículo 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza el derecho a réplica.
Nota: ¡Por favor! Absténgase cualquier persona de hacer comentarios trasnochados en contra de este "bibliotecario burgués", pues este "contrarrevolucionario" viene del Barrio "Los Sin Techo" en la localidad de El Cementerio de mi querida Caracas, a mucha honra. Así las cosas, éste ciudadano ha leído, ha estudiado, se ha formado, ha pateado calle, sabe qué significa ser pueblo y, además, vive el mundo con reflexión crítica y no agacha la cabeza. Que quede claro.

P.D.: ¡Por supuesto! @BiblioNacional tampoco participó en la 6a. edición del Día #Biblioteca en Twitter. Creo que todavía no saben qué es eso…

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