En
el post anterior: Las biblioteca$ venezolana$ y el excremento del Diablo,
analizamos y procuramos dejar una importante reflexión sobre lo que suponemos
se invierte o gasta en bibliotecas en Venezuela con relación a los ingresos
petroleros de los últimos lustros. Hicimos una parada necesaria en la
encrucijada entre “sembrar el petróleo”
de Úslar Pietri y “hundirnos en el
excremento del diablo” de Pérez Alfonzo. En esta oportunidad y a partir de
las cifras develadas intentaremos hacer un pequeño ejercicio de bibliotecología
comparada.
Ya
vimos cómo entre 2005 y 2013 el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas (IABNSB) de Venezuela recibió más de 1.160 millones de
bolívares, es decir, el equivalente a
más de 315 millones de dólares, para la ejecución de proyectos
institucionales asociados al desarrollo del Sistema Nacional de Bibliotecas
Públicas. Y,
particularmente, sobre el período
2008-2012, comparamos lo recibido por la máxima institución bibliotecaria
del país y los ingresos por ventas de petróleo crudo y sus productos (en
millones de dólares), obteniendo que la
inversión social dirigida al sector de bibliotecas en Venezuela, durante ese
lapso, fue en promedio del 0,03% de los
ingresos totales.
También
asomamos la idea de que el panorama
bibliotecario venezolano ha resultado ser un tanto oscuro pues, a pesar de
que lo invertido en el sector se muestra como un porcentaje irrisorio, en la
práctica resultan ser grandes las sumas de dinero inyectadas. Y, aún así,
observamos cómo en las “Memorias y Cuentas” del Ministerio del Poder Popular para la Cultura,
en lo que a la Biblioteca Nacional se refiere, aparecen la falta o insuficiencia de recursos financieros o presupuestarios
como una constante. Ésta es la gran contradicción en medio de cualquier análisis o
conclusión.
En
ese sentido, el ejercicio de bibliotecología
comparada aparece cuando nos preguntamos: ¿Qué ha hecho América Latina en el sector de bibliotecas en los últimos
años, al invertir en sus proyectos cifras similares, inferiores o superiores a
los más de 300 millones de dólares? Y, adicionalmente, ¿qué se ha podido o se ha dejado de hacer, crear, construir o
desarrollar en Venezuela a partir de las experiencias latinoamericanas?
A
continuación, algunos casos emblemáticos
de América Latina dignos del análisis comparativo:
1.
Biblioteca Vasconcelos (México)
La mega-estructura de Ciudad de México, inaugurada en 2006, es uno de los edificios de bibliotecas más representativos
y modernos del mundo según la revista Architectural
Record. Fue construida en acero, concreto, mármol, granito, madera y
vidrio. Ubicada en un terreno de 37 mil 692 metros cuadrados, tiene una
construcción de más de 44 mil y consta de 3 edificios alineados, con seis
niveles cada uno.
Esta
obra tuvo un costo inicial proyectado de
casi 1.000 millones de pesos mexicanos; sin embargo, su presupuesto se elevó en un 130% y el costo total fue de unos 2.300 millones de pesos.
Es decir, más de 170 millones de
dólares.
La
construcción de la llamada “Megabiblioteca”
fue objeto de múltiples críticas que la clasificaron como un gasto centralista
y un caso de desvío de recursos. Su inauguración generó polémica y fue parte
del debate político, pues ésta se hizo poco antes de las elecciones
presidenciales, lo que causó fallas en la construcción por las cuales tuvo que
ser cerrada en marzo de 2007 para su reparación y reabierta en 2008. Fue uno de los más controvertidos y más grandes
gastos -en números absolutos- en infraestructura pública del gobierno del
entonces presidente mexicano Vicente Fox.
Panorámica de la Biblioteca Vasconcelos, Fuente: eluniversal.com.mx |
Caso hipotético: Si en Venezuela se hubiera destinado poco menos de la mitad de los recursos obtenidos por el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, entre 2005 y 2013, a un proyecto de infraestructura de ese tipo, hubiéramos podido construir al menos dos Megabibliotecas Vasconcelos. ¡Claro está! Tomando como base su costo inicial y evitando los “elefantes blancos” en el camino.
2.
Parques Biblioteca (Colombia)
Según
Wikipedia, los Parques Biblioteca son complejos urbanísticos formados por edificaciones de arquitectura moderna,
con amplios espacios circundantes de uso público, verdes, peatonales y
decorativos. Estos espacios públicos otorgan al complejo urbanístico el nombre
de Parque. La edificación central, o eje del complejo, está dotada de bibliotecas con equipamiento de alta tecnología computacional en banda ancha, justificando
el nombre de “Biblioteca” y de allí la expresión compuesta: Parque Biblioteca.
En
un anterior post los describimos y también dijimos por qué es el nuevo concepto
de la biblioteca pública y por qué la hermosa ciudad de Medellín es el epicentro de la biblioteca pública latinoamericana.
Y ahora también se les ve en espacios verdes colectivos para fomentar la
lectura en la ciudad de Bogotá.
Poco a poco va expandiéndose la idea.
Pues
bien, la construcción, dotación y puesta en funcionamiento de los primeros 5 Parques Bibliotecas, que se construyeron en la ciudad de Medellín, tuvieron un costo inicial de más de 25 millones de euros, es decir,
cerca de 35 millones de dólares.
En promedio, unos 7 millones de dólares
por cada Parque Biblioteca.
Como
todo en la vida, algunas imperfecciones, imprecisiones y diferencias de
criterio han desatado diversas opiniones
sobre la construcción de estas obras que no solamente engalanan el espacio
público, sino que brindan otras oportunidades a los ciudadanos. Hoy se viven
nuevas discusiones en la capital del departamento colombiano de Antioquia, por
los daños que sufre el más simbólico de sus Parques Biblioteca. Sin embargo, no deja de ser un atractivo proyecto para nuestro sector en la
región.
Parques Bibliotecas de Medellín, Fuente: Catastrooime.blogspot.com/ |
Caso hipotético:
Si
en Venezuela hubiéramos invertido al menos la mitad de los recursos obtenidos en los últimos nueve años por el Instituto
Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas en un proyecto estratégico de ciudad como el de Medellín, se habrían
podido construir aproximadamente unos 22 Parques Bibliotecas. ¡Tantas
nuevas oportunidades se pudieran llevar a los lugares más deprimidos de
Caracas, por ejemplo!
3. Biblioredes y Programa Nacional
de Construcción de Bibliotecas (Chile)
Resulta
muy interesante mostrar el caso chileno. Por una parte, tenemos el programa Biblioredes y, por la otra, el programa
de construcción de bibliotecas. Ambos pertenecientes a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, DIBAM y su Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
Biblioredes nace en 2002 con el objetivo de transformar a las personas
en agentes de desarrollo cultural y social desde las Bibliotecas Públicas y el
ciberespacio, para superar así el aislamiento con la ayuda del Internet y
las nuevas tecnologías digitales. Con presencia en 422 Bibliotecas Públicas y 18 Laboratorios Regionales a
lo largo de Chile, cuenta con computadores de última generación, con acceso
a Internet y ofrece capacitación gratuita en contenidos y desarrollos
digitales.
El
Programa Nacional de Construcción de Bibliotecas tiene como objetivo principal garantizar un acceso igualitario al libro y
fomentar no solamente la lectura, sino la cultura en todo el país. En este
programa se considera a las bibliotecas
como proyectos integrales, en donde se conjugan la concepción y diseño del
espacio, hasta su mobiliario y, además, toma en cuenta las voces y opiniones de
las comunidades. Fue anunciado en 2006 y es una de las iniciativas más
sobresalientes que la DIBAM ha puesto en marcha a través del Sistema Nacional
de Bibliotecas Públicas, buscando la
modernización de las bibliotecas públicas y la creación de nuevos espacios
de este tipo en todo el territorio chileno con la construcción de bibliotecas comunales y bibliotecas regionales.
Desde
sus inicios Biblioredes ha recibido
importantes donaciones por parte de la Fundación Bill & Melinda Gates que, a la fecha, suman más de 12 millones de dólares,
adicionales a los aportes que realiza el gobierno chileno. Por su parte, el Programa Nacional de Construcción de
Bibliotecas, a partir del año 2007, invirtió aproximadamente más de 11.000 millones de pesos; es
decir, unos 20 millones de dólares,
recursos que la DIBAM transfiere a los municipios y las regiones para diseño,
construcción, equipamiento y colecciones de las bibliotecas.
Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de Chile. Fuente: biblioredes.cl |
Caso hipotético:
Supongamos
por un momento que en Venezuela se invierta apenas el 30% de los recursos
obtenidos por el Instituto
Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas, entre 2005 y 2013, en programas similares a los de Chile: desde su Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, pudiéramos perfectamente financiar hasta 3 Biblioredes y emular tres
veces el Programa Nacional de Construcción de Bibliotecas chileno. ¡Ni más,
ni menos! Y vaya que son contaditos los casos de construcción de nuevas
bibliotecas en Venezuela; pero eso ya sería un tema para otro post.
Vale
la pena aclarar, sobre todo para
algunos colegas venezolanos que puedan sentirse aludidos, que
efectivamente en Venezuela existe un proyecto que pudiera asemejarse al de
Biblioredes en Chile. Se trata de los Infocentros, que incluso
recibieron a finales de 2010 el premio Rey Hamad Bin Isa Al Khalifa, un
reconocimiento de la UNESCO. Sin embargo, en este análisis comparativo, es
fundamental resaltar que el programa
chileno, a diferencia del proyecto venezolano, se apoya totalmente en el Sistema
Nacional de Bibliotecas Públicas para su funcionamiento y alcance. De
hecho, como programa recibe asignaciones presupuestarias concretas y, dicho sea
de paso, pertenece a la DIBAM, tal vez
el equivalente al IABNSB. Los Infocentros nacionales no pertenecen ni
dependen de la Biblioteca Nacional. Es por ello que hacemos la mención.
Hemos
realizado entonces un vuelo rasante de
norte a sur por América Latina, desde México
con la Biblioteca Vasconcelos,
pasando por Colombia y sus Parques Bibliotecas, hasta llegar a Chile con Biblioredes y el programa de construcción de nuevas bibliotecas. Y
pudiéramos presentar otras múltiples experiencias latinoamericanas, por demás
interesantes, que servirían de espejo a nuestra realidad. Un espejo
cada vez más difícil de mirar, quebrado en mil pedazos y que haría falta
reconstruir para finalmente poder observar[nos]. La intención, por ello, ha sido presentar elementos cualitativos y
cuantitativos que nos permitan valorar lo que se ha hecho o se ha dejado de
hacer en el sector bibliotecario de Venezuela en los últimos años.
Para
finalizar, valdría la pena recordar que, en el anterior post, también hicimos
referencia a los sectores a los que se ha dirigido el gasto público social en Venezuela y la forma en que ese gasto
se ha reflejado en las políticas sociales gubernamentales. Vale decir,
políticas que llevan el nombre de Misiones. Misiones sociales que han
recibido, según el propio gobierno, más
de 700.000 millones de dólares en la última década. Una de las más
llamativas o de mayor impacto propagandístico -y también de las más criticadas,
ahora mismo- es la llamada “Misión Barrio Adentro”,
aún cuando el sector salud nunca superó al de educación ni al de seguridad
social en las llamadas inversiones sociales.
Así las cosas, el llamado es a que más allá de que no sepamos a dónde van a parar los miles de millones de dólares inyectados a
las Misiones sociales y que lo que sabemos es que tales políticas
gubernamentales han servido casi exclusivamente para revivir la popularidad de
los gobernantes y así ganar elecciones, cortesía de los abultados ingresos
petroleros, pues no se hable más: en vista de que el hundimiento en el
excremento del diablo continuará, invito a sembrar al menos una pizca de
petróleo con una nueva misión: la “Misión Biblioteca Adentro”. Eso sí, con una
fundamental diferencia: que esta vez funcione en algún sentido y ofrezca algo a
las generaciones futuras. He allí la
clave de la esperanza.
Por Renny Granda