Si
bien es cierto que la conducta agresiva se relaciona, comúnmente, con los
varones, esto no es del todo cierto. Con el tiempo se ha hecho evidente que los
actos de violencia, que involucran al género femenino, han venido aumentando.
Todos los seres humanos tenemos un impulso agresivo. A lo largo de los años,
las investigaciones han demostrado que –desde el hogar– los padres aceptan de
forma diferente las expresiones agresivas en hijos varones con respecto a las
de las hijas. Desde la casa se tolera y hasta se refuerza el hecho de que los
varones demuestren su agresividad, tanto física como verbal, mas, a las hembras,
tales expresiones son muy cuestionadas y se refuerzan más bien destrezas
sociales tales como manifestar afecto, cariño, todo lo que tiende a catalogarse
como acciones femeninas. Susan O Neil (colaboradora del Society for Safe and
Caring School and Communities) explica que, cuando las niñas juegan, se
enfatiza la relación en la que se promueve el trabajo en equipo a partir de
pequeños grupos. La colaboración y/o
cooperación está por encima de la
competencia, diferenciándose, en este aspecto, de los varones. De todo lo
expresado puede deducirse con facilidad que el impulso agresivo está reprimido,
pero realmente no ha desaparecido, sigue estando presente, sin manifestarse en
la manera en que estamos acostumbrados, es decir, de manera directa como usualmente
lo hacen los varones. El impulso, entonces, se manifiesta de manera sutil y, en
ocasiones, muy cruel. Las niñas tienden a manifestar mayor habilidad para
encubrir sus acciones, haciéndolas difíciles de detectar.
Por
su parte, la violencia de género, entre las estudiantes, en muchas ocasiones
pasa sin ser percibida o es solapada por otras formas de violencia y, aun
cuando tiene relación con los patrones de violencia general entre personas de
igual sexo, posee características o elementos que la identifican. Este tipo de
agresión puede aparecer a una edad temprana (preescolar) e incluso puede
continuar manifestándose hasta la edad adulta, en el ámbito laboral, por
ejemplo. Sin embargo, la máxima manifestación de este tipo de hechos violentos
es durante la adolescencia, período en el cual juega un papel muy importante el
ser aceptado(a) por sus pares. Uno de los factores, que favorece este tipo de
violencia, se debe a la errónea idea de considerar, al sexo femenino, en
desventaja respecto al masculino. El proceso va ascendiendo poco a poco y, lo
que se inicia con actos de agresión verbal, en muchos casos culmina con fuertes
agresiones físicas.
Investigar
los entretelones del mundo de las féminas, en su etapa de niñas preadolescentes
y adolescentes, fue un trabajo de investigación que abordó Rachel Simmons,
autora del libro Odd girl out (2002),
en diferentes estratos socioeconómicos de colegios en los Estados Unidos. Esta
investigación arrojó, como primer descubrimiento, el hecho de que el bullying
se presenta más dentro de las clases sociales de nivel económico alto o medio,
en las que se exige más la feminidad en las niñas.
Simmons
explica que el hecho de que la mejor amiga pueda convertirse en la mayor
enemiga, o la victimaria más cruel, se debe fundamentalmente a la incapacidad
de las niñas para manejar el conflicto. Por un lado, no han sido educadas para
mostrar sentimientos tales como rabia, celos, envidia, por lo que, en lugar de
aceptar lo que están sintiendo y manejarlo, lo proyectan en la otra, quien, dicho
sea de paso, resulta muy fácil de afectar, por haber existido una relación
cercana e íntima, llena de secretos compartidos. En otras palabras, la anterior
cercanía le permite a la agresora conocer las debilidades, permitiendo saber
cómo y dónde herir a la otra niña.
En
algunas ocasiones, el personal docente subestima este tipo de comportamiento y
no se da la sanción adecuada. Muchas veces se tiene la falsa idea de que la
violencia entre niñas es aceptable: se normaliza. Y, para las mismas niñas,
este tipo de violencia pasa a ser considerada como algo natural.
Para escolares en apuros por el
bullying:
1.-Ignorar
el bullying y a quienes lo provocan. El acosador ataca a quien reacciona, no al
que lo ignora.
2.-No
estar cerca del acosador (a), ni discutir con él o ella.
3.-Procurar
no andar solo(a) sino en grupo.
4.-Si
alguien te agrede con algún objeto, comunícalo a los mayores e insta a tus
padres a poner la denuncia o ponla tú mismo(a).
5.-
Promover en la escuela una página web en la que las víctimas de bullying puedan
narrar las experiencias que están viviendo de forma anónima.
6.-Solicitar,
en la escuela, que se dicten charlas sobre el tema, en las que se resalten efectos, consecuencias y responsabilidad penal
de los victimarios.
7.-
Por último, debes tener siempre en cuenta que hay tres condiciones que permiten
poner fin al bullying por ti mismo(a):
a. Capacidad de escucharse a sí mismo y
hacerle caso a sus propias emociones.
b.-Tener confianza en sí mismo(a) y fuerza
interior para tolerar la soledad que aparecerá una vez enfrentada la situación.
c.- Contar con un apoyo familiar y social de
calidad: Saber que siempre será amado(a) y aceptado(a) por su familia,
independiente de lo que ocurra y que cuenta con un grupo de amigos(as) fuera
del colegio.
Conclusiones:
Fuente: Wvi.org |
1.-El
bullying consiste en un hecho de agresión premeditado “por parte del
victimario”, quien lo ejercer de forma física, verbal y/o psicológica (esta
última pudiese estar caracterizada por no tomar en cuenta –indiferencia– hacia
la víctima), con la intención de ganar reconocimiento y popularidad frente a
sus compañeros, a costa del sufrimiento de la
“víctima seleccionada”.
2.-Las
víctimas del bullying son todos los que participan en él, porque si el niño o
adolescente hostigado, acosado o chalequeado, tiene más riesgo de padecer de
enfermedades psíquicas y físicas, tales como depresión, fobia escolar,
ansiedad, trastornos de aprendizaje, dolor abdominal, cefalea, insomnio, entre
otras; el hostigador también padecerá de cuadros de ansiedad, trastornos de
conducta y baja autoestima. Por otra parte, los espectadores, de igual manera,
pueden presentar cuadros psiquiátricos si lo que ven es muy grave y no tienen
posibilidad de frenarlo.
3.-El
niño hostigado, acosado o chalequeado puede transformarse en hostigador,
victimario o chalequeador, y éste es el que tiene un pronóstico más grave. Hay
niños y adolescentes que son maltratados en un ambiente, por ejemplo, en su
hogar por padres o hermanos y después ellos se comportan como victimarios en
otro ambiente, con sus compañeros de clase.
4.-El
bullying puede detectarse, pero requiere de una constante observación de los
Padres y/o Representantes, de los Docentes y demás miembros de la comunidad
educativa. Una de las mejores formas para apoyar a la víctima es escuchando
activa y empáticamente para que éste(a) sienta que cuenta con un apoyo, que no
se encuentra solo(a).
5.-Cuando
se sospecha que hay bullying, hay que tomar medidas de forma urgente. Si se
detectan conductas de acoso, hay que detenerlas en el momento en que se
producen. Las intervenciones varían de acuerdo al caso, siempre evaluándolos
previamente. Intervenir el bullying exige asistir tanto al agresor como al
agredido. Los niños y adolescentes involucrados en bullying, bien como víctimas
o victimarios, requieren de atención psicológica y, en algunos casos, incluso
psiquiátrica. Se requiere, en este sentido, la remisión al especialista de
manera inmediata y realizar el seguimiento para ver los avances de las
terapias.
6.-El
bullying ha venido creciendo en los últimos años de manera preocupante, se
inicia en la edad de preescolar, como respuesta a la violencia, producto de la
intolerancia y polarización padecida en nuestra sociedad. Los pequeños copian
conductas, las repiten en las aulas de clase.
7.-El
“acoso escolar” no puede justificarse como “cosa de muchachos”, debe cortarse y
atenderse de manera inmediata.
8.-Es
importante que todos los padres revisen las expectativas que tienen en relación
a sus hijos. En muchos casos, los logros y éxitos de los hijos son vividos, por
los padres, como propios, como si los hijos fuesen una extensión de ellos
mismos. Igualmente, si un hijo(a), no es aceptado socialmente, puede tomarse
como un fracaso personal. Por ende, estas expectativas pueden, en forma
inconsciente, forzar a los hijos(as) a pertenecer al grupo de “los populares”,
aun a costa de su propia felicidad y bienestar.
9.-Según el trabajo de investigación realizado
por los Doctores Lilia Albores-Gallo, MD, PhD,(1) Juan Manuel
Sauceda-García, MD,(2) Silvia Ruiz-Velasco, PhD,(3)
Eduardo Roque-Santiago, MD,(1) en
un total de 1.092 escolares de 5 escuelas diferentes, del Distrito Federal
(México), se identificó –por medio del Test Bull-S– a un grupo de
agresores, víctimas, víctima-agresores y neutros. En tal sentido, se
concluyó que el acoso escolar requiere atención por su asociación con uso y
abuso de sustancias, abandono escolar, violencia intrafamiliar, embarazo
adolescente, conducta delictiva, portación de armas, conducta suicida y
trastornos psiquiátricos como déficit de atención, conducta oposicionista,
ansiedad, problemas psicosomáticos y de conducta. El acoso escolar se asocia con
psicopatologías que requieren de atención psicológica y psiquiátrica
oportuna,
[Última entrega]
Por María Teresa Martínez
Notas:
(1)
Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan N. Navarro, División de Investigación, Secretaría
de Salud. México DF, México.
(2) Academia Nacional de Medicina de México. México DF, México.
(3) Departamento de Probabilidad y Estadística. Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS), UNAM. México DF, México.
(2) Academia Nacional de Medicina de México. México DF, México.
(3) Departamento de Probabilidad y Estadística. Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS), UNAM. México DF, México.
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