Me
confieso una apasionada amante de la poesía en general, y del brasileño Antônio de Castro Alves, “O Poeta dos Escravos”, en demasía. Cuando
lo descubrí se abrió una ventana a otra realidad poética y se tendió un
puente hacia la realidad histórica de un país que sólo conocía
superficialmente. Castro Alves enriqueció mi gusto y conocimiento por la poesía
brasileña y, de la misma manera, por la lengua portuguesa. Lo conocí en medio
de esos estudios de portugués que hice hace un tiempo y desde entonces Antônio
Frederico se quedó en mi vida para nunca más dejarla. Como me dijo la amiga
brasileña que me lo presentó: “Frederico es de los que se quedan”. Y lo hizo.
Su
vida fue muy corta e interesante, al igual que toda su obra poética. Bahía,
estado brasileño en donde la influencia africana es inmensa debido a que fue
allí en donde la mayor parte del comercio de esclavos africanos tuvo lugar (una
consecuencia del cultivo y comercio de la caña de azúcar), lo vio nacer en la
ciudad de Curralinho el 14 de marzo de 1847. Como bahiano conoció muy de cerca
el problema de la esclavitud que impregnaba la época (siglo XIX), por lo que la
mayoría de sus poemas tratan ese tema desde muchos ángulos, siendo el más común
el de la protesta y la conciencia social, respecto a las vidas en condiciones
infrahumanas que llevaban los esclavos en el estado. Con sus obras denuncia los
maltratos infringidos a los africanos por parte de los hacendados; de ahí el
nombre por el cual es conocido: “O Poeta dos Escravos” (El Poeta de
los Esclavos).
Castro
Alves fue un hombre muy culto y refinado. Estudiante de Leyes, mismas que
pronto dejó, y amante de las artes en general, se entregaría en cuerpo y alma a
su obra literaria, la que inició a los 17 años; ésta incluía
obras de teatro, poesía romántica y poesía de fuerte corte abolicionista. Fue
parte del Romanticismo brasileño, que duraría 45 años; sin embargo, él perteneció
al Condoreirismo o a la tercera parte de
dicho movimiento, que versaría, específicamente, sobre la defensa de las ideas
igualitarias, la protesta social y la causa abolicionista. Estos temas eran
abordados sin dejar a un lado el tono amoroso y romántico que dio nombre al
movimiento. Los condoreiros buscaban conquistar al pueblo, atraer a la gente hacia su causa justiciera, es por eso que sus
poemas tienen un tono discursivo y grandioso, como hechos para ser declamados ante multitudes. Los poemas de Castro Alves poseen esa característica: te
seducen, envuelven y arrullan con la dulzura de sus temas, que aunque sean
duros y crudos, son matizados con bellas imágenes, símiles y juegos armónicos
de rimas.
Su
vida personal fue trágica, ya que perdió a su madre a muy temprana edad y su
hermano, que padecía un desequilibrio mental, se suicidó. Su padre murió dos
años después. Tuvo algunas relaciones amorosas que no terminaron muy bien, y
fue amante de una famosa actriz portuguesa de la época, Eugénia Câmara, diez
años mayor que él, mujer que ejerció una gran influencia en su vida y fue su
gran amor. A la edad de 22 años le fue amputado un pie debido a un accidente de
cacería y, este hecho, le provocó una recaída en la tuberculosis, enfermedad
contra la que había luchado una gran parte de su vida. Castro Alves regresó a
Salvador y de ahí fue a Curralinho, para más tarde retornar a Salvador,
buscando un mejor clima para su salud. Una vez allí realizó la lectura de su obra
A Cachoeira de Paulo Afonso, y publicó su libro Espumas Flutuantes (en donde está el poema Adormecida, una hermosa
pieza que adoro). Poco después murió de tuberculosis, un 6 de julio de 1871, en
Salvador de Bahia. Tenía sólo 24 años.
El
poeta, en su vida, estuvo muy involucrado en la lucha contra la esclavitud en
Brasil (fundando una sociedad abolicionista junto a otros poetas amigos), y
en la lucha política por lograr la República. Entre sus obras poéticas puedo mencionar los libros Espumas
Flutuantes (1870), A Cachoeira de
Paulo Afonso (1873), y Os Escravos
(1883). En teatro, la obra Gonzaga ou a
Revolução de Minas, escrita en 1867 y dedicada a su gran amor, la actriz Eugénia
Câmara. Formó parte de la Academia
Brasileña de las Letras y fue uno de los poetas más celebrados y elogiados de
la época; sus amigos y colegas no disputaban ni negaban su maestría lírica, y
le rindieron muchos homenajes tanto en vida como después de su muerte. Fue
escritor, activista y académico, uno de los grandes de las letras brasileñas de
todos los tiempos. En su honor, el municipio en donde nació lleva ahora su nombre.
Siempre
pienso en Castro Alves como una especie de Keats tropical. Ambos fueron poetas
románticos, y aunque cada uno estaba en su contexto y estilo específico y en
lugares totalmente diferentes y distantes entre sí, fueron maravillosos poetas
que crearon obras muy importantes en un muy corto tiempo de vida. Leer sus
poemas es viajar en el tiempo y sentir, oler y vivir esas emociones pasadas,
tan específicas de sus tiempos y, sin embargo, tan atemporales. Leer a Keats es
sentir la dicha y la alegría del amor puro y romántico, sentir el dolor que
provoca el mismo y oler la campiña inglesa en verano. Leer a Castro Alves es
sentir la desesperación de los esclavos brasileños y oír sus voces de lamento y
rabia desde el fondo del barco negrero; pero es también oler un Brasil luchador
que no se conforma con la crueldad, que pelea para ser libre. Es también oler a
Bahía, percibir el calor tropical de Salvador, oír los tambores africanos, y
sentir el amor naciente en esos parajes selváticos de los trópicos suramericanos.
Antônio
de Castro Alves, como mencioné al principio, es uno de mis poetas favoritos. Uno de sus poemas más hermosos
y descarnados (y uno de los que más me gustan) es “Tragedia No Lar” (Tragedia
en el Hogar). El poema describe a una madre y su hijo dentro de la senzala, especie de choza donde dormían
los esclavos en las haciendas brasileñas. Ella le canta para dormirlo y, mientras lo hace, entra el amo con otros hombres y le roban a su pequeño, sin prestar
atención a sus gritos desgarradores ni a sus súplicas. Es un poema muy crudo,
muy fuerte, a través del que se puede sentir la rabia, la impotencia y el dolor
de la madre ante el secuestro de su hijo, y la burla y el desprecio del amo y
sus trabajadores ante la esclava que llora a sus pies. Es uno de mis poemas favoritos
porque todas las emociones que mencioné pueden sentirse; porque el uso de las
imágenes y rimas es magistral, porque no puedes dejar de admirar cómo de un
hecho tan triste y violento puede, Castro Alves, crear un poema tan hermoso y
conmovedor.
Comparto un extracto del mismo, algunos de mis versos preferidos del poema, que es
larguísimo (incluyo igualmente la traducción al español de cada línea). En estos
versos, la madre le canta a su hijo:
Eu sou como a garça
triste Soy como la garza triste
Que mora à beira do
rio, que vive en la orilla
del río.
As orvalhadas da noite
El rocío de la noche
Me fazem tremer de
frio. me hace temblar de frío,
Me fazem tremer de frio me hace temblar de frío
Como os juncos da
lagoa; como los juncos de la laguna.
Feliz da araponga
errante Soy feliz como campanero errante
Que é livre, que livre
voa. Que es libre, que libre
vuela.
Que é livre, que livre
voa Que es libre, que libre vuela
Para as bandas do seu
ninho, hacia los lados de su nido,
E nas braúnas à tarde y en las braúnas la tarde
Canta longe do caminho. Canta lejos del camino.
Canta longe do caminho. Canta lejos del camino
Por onde o vaqueiro
trilha, por donde el vaquero anda.
Se quer descansar as
asas Si quiere descansar las alas
Tem a palmeira, a
baunilha. tiene la palmera, la vainilla.
Tem a palmeira, a
baunilha, Tiene la palmera, la vainilla,
Tem o brejo, a
lavadeira, tiene el pantano,
tiene la viudita,
Tem as campinas, as
flores, tiene los prados, tiene las flores
Tem a relva, a
trepadeira, tiene la yerba, la trepadora.
Tem a relva, a
trepadeira, Tiene la yerba, la trepadora,
Todas têm os seus
amores, todas tienen sus amores,
Eu não tenho mãe nem
filhos, Yo no tengo madre ni hijos,
Nem irmão, nem lar, nem
flores. Ni hermano, ni hogar, ni flores
En
Castro Alves, como decía Eça de Queirós (otro grande, esta vez de las letras
portuguesas): “Aí está, em dois versos, toda a poesia dos trópicos”.
Por Silvia Mendoza
Muchas gracias por este articulo. continuaré leyendo este gran poeta. Gracias siempre.
ResponderBorrarGracias por la traducción. Simplemente hermoso
ResponderBorrarLos creadores no mueren porque sus grandes obras los hacen inmortales gracias castro Alves
ResponderBorrarMaravilloso poeta.
ResponderBorrarMaravillosa poesía de la Madre.
Hace años lo buscaba después de escucharlo en una serie brasileña.
Gracias muchas gracias!
Excelente crónica..
Desde Santiago de Chile
ResponderBorrarGostei muito da históris dezte hómem. Foi um grande na luta conta a injustícia da escravidao.
ResponderBorrarSaudades desde Montevidéu//Uruguai
ResponderBorrarHermoso poema! Después de casi 40 años vuelvo a escucharlo ( lo escuché cuando era niña en una novela brasileña sobre esclavos) Gracias!
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