El pasado 26 de marzo se cumplieron 202 años de uno de los más mortíferos terremotos que, literalmente, sacudieron nuestra geografía. Conocido como el Terremoto de 1812, este movimiento
telúrico tuvo una magnitud de entre 7.7 y 8.0 en la escala de Richter.
Hay divergencias importantes en cuanto al número de
víctimas fatales que dejó este sismo. Algunas cifras hablan de 10.000 y otras de 20.000; pero lo cierto es que –ya sea una u
otra– los números siguen siendo dramáticos. Y más aún si tomamos en cuenta el
número de habitantes que debió haber tenido nuestro territorio nacional en
aquella época (unos 800.000 aproximadamente).
Las ciudades más afectadas por esta "sacudida" –que, por cierto, tuvo una duración aproximada de unos 2 minutos– fueron también
algunas de las más pobladas, como es el caso de Caracas, Barquisimeto y Mérida, y de otras no tanto, como El Tocuyo y San Felipe.
En aquella época, muchos consideraron el terremoto como un “castigo divino” por la sublevación independentista contra el Rey de España (conocido como el virtuoso Fernando VII). Claro está, dicha tesis se
manejó con mucha fuerza sobre todo porque aquel 26 de marzo fue jueves santo, al igual que el 19 de abril de 1810, día en el que Vicente Emparan fue obligado a renunciar por el Cabildo de Caracas.
Ante aquel argumento teológico, Simón Bolívar –según José Domingo Díaz– pronunció estas famosas palabras: "Si la naturaleza se opone a nuestros designios, lucharemos
contra ella y haremos que nos obedezca". Sin embargo, y muy a pesar de los
deseos del Libertador, las consecuencias del terremoto de 1812 trascendieron
hasta el plano político, ya que contribuyó con la caída de la Primera República
(1810-1812).
Américo Alvarado P.
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