El Kraken era un monstruo de la mitología
escandinava que, según los cuentos, se dedicaba a engullir barcos y gente en el
Atlántico Norte durante la época medieval. Se hablaba de él como un animal parecido
a un calamar, pero de dimensiones desproporcionadas, que se valía de sus
tentáculos para capturar a sus desprevenidas presas, las cuales, sin ningún
tipo de oportunidad para sobrevivir, eran devoradas por tamaña bestia. Sirva la
analogía para referirme al alcance que tiene el poder del gobierno venezolano
para corromper lo que muchos de nosotros consideramos como sagrado: el fútbol
nacional.
En este caso, nuestra versión tropical del
monstruo escandinavo también destruye lo que toca con sus tentáculos y nada
puede resistir a su poder. Tanto es así que la actividad futbolística se ha
visto empañada por la confrontación entre la AUFPV y la FVF, situación que no
puede provocar algo menos que indignación y una rotunda expresión de “te lo
dije”, como fiel testimonio del fracaso de nuestro fútbol en su enmalezado
camino por volverse realmente “profesional” y autosustentable.
¿Porque afirmo esto con tanta vehemencia? Porque
las decisiones tomadas por la Federación Venezolana de Fútbol, con respecto a
la continuación de la Jornada 7 del Torneo Clausura 2014, dejan en evidencia
hasta dónde los tentáculos del poder político en Venezuela pueden torcer las
voluntades más comprometidas y acabar con el ánimo de quienes veíamos, en el
fútbol, uno de nuestros escapes frente a las difíciles situaciones que se viven
en el país. Además, fue la bofetada de un monstruo, que se hace llamar el
“gobierno de los obreros”, a uno de los gremios más vilipendiados en la
historia del deporte nacional. Lo vivido muestra que gran parte de los agremiados
de la AUFPV pasan por el mismo tormento de nuestros empleados públicos, quienes
no pueden manifestar su descontento y preocupación por situaciones que,
incluso, amenazan la integridad personal y/o moral.
Foto por Erwin López (@Erwinlopezccs) |
Sólo pocos equipos, de los que conforman la
Primera División de Venezuela, no dependen de algún ente gubernamental. Tomando
esto en cuenta: ¿cómo podían esperar los miembros de la AUFPV que se les
respetara su natural miedo de verse afectados por los hechos de violencia que
aquejan a Venezuela en las últimas semanas? Como dijeron algunos periodistas,
la posición de la AUFPV fue casi que temeraria, yo añadiría que también fue justa.
Muchos jugadores no estaban de acuerdo con asistir
a los entrenamientos sin saber si podían regresar a sus hogares, muchos de
ellos tampoco estaban de acuerdo con viajar a otras ciudades, en donde podían
ocurrir situaciones que atentaran contra el normal desenvolvimiento de las
actividades deportivas, muchos se quejaban de que podían ser víctimas de los
hechos violentos, propiciados por aquellos que no querían que en el país las
cosas transcurrieran con normalidad.
Era sensato, justo, respetable, plausible, que la
AUFPV defendiera la integridad de sus agremiados, tomando en cuenta, además,
que muchos de ellos jugarían esa peligrosa jornada con la incertidumbre de no
saber nada de pagos adeudados y promesas incumplidas. Hay que ser bien caradura para pedirle a los
profesionales sacrificarse por una institución que participa en torneos sólo
para el provecho de sus directivos, de la politiquería y de los empresarios
piratas.
Si muchos se quejan porque el fútbol moderno se ha
convertido en un negocio, es aún más lamentable lo que pasa en Venezuela, en donde
los más radicales líderes regionales amenazaron –por ejemplo– con expulsar, de
las plantillas que mantienen, a aquellos jugadores que se sumaron a la idea de
no jugar en esa jornada. La mayoría de los deportistas tomaron esa decisión no
porque se hubieran sumado a un paro político –porque si algo tiene el
futbolista venezolano es que sabe sacar la política partidista de su trabajo–
sino porque muchos simplemente no podían presentarse a jugar. Lo demás es
crónica: la FVF hizo caso omiso, el Deportivo Táchira no pudo presentarse en El
Vigía, Estudiantes no pudo entrar en el Misael y los demás equipos jugaron,
irresponsablemente, con juveniles.
Ni hablemos del irrespeto, que representa todo esto, al otro actor fundamental: los fanáticos.
Ni hablemos del irrespeto, que representa todo esto, al otro actor fundamental: los fanáticos.
La FVF mostró su incapacidad para tomar la decisión
más justa, azuzada por el Kraken, sin importar que el país haya estado viviendo
momentos tan complejos. La proverbial pataleta del alcalde “bolivariano” Rafael
Lacava –quien le retiro su apoyo al Carabobo FC–, la intervención del Ministro
del Deporte para “solucionar” el conflicto, el despido de Ángel Cavalieri, para
entonces D.T. del Aragua, y la amenaza de despedir a 11 jugadores del Atlético
Venezuela (que en definitiva no se llevó a cabo) son los máximos ejemplos de que el manejo de la situación presentada en la Jornada 7
fue meramente político y no se tomó en cuenta la posición de los jugadores. La
guinda de esta torta: luego de que no se tomara la mencionada medida de despido
a esos jugadores del “conjunto patrio”, éstos, a través de Javier Toyo,
llamativamente anunciaron su posible desvinculación con la AUFPV (usando
argumentos poco claros).
Este precedente, a mi entender, hiere gravemente a
una AUFPV que, probablemente, si algo puede reclamársele es que no reaccionó
con muchísima más fuerza ante el ente federativo en defensa de sus agremiados,
cuando éste se negó a atender sus solicitudes. Que debió haber cosechado el
apoyo que entre la prensa y el público tenía su decisión. Los jugadores, al
dividirse, les dieron a los siervos del calamar la posibilidad de mostrarle a
su amo que todo está bajo control. Que, como el país, el fútbol sigue su camino
“titeretado”, obviando las vicisitudes de una patria desgarrada. Quedó claro que los
jugadores no tienen cómo hacerse valer delante de la nación, que ellos seguirán
siendo los grandes perjudicados, porque si a los directivos, a la Federación y
al Kraken no les importó mucho hacerles arriesgar la vida, ¿les importará
pagarles el quince y último? ¿Les
importará el futuro de ellos cuando tengan alguna lesión grave?
Si en algún momento Esquivel se sintió más
omnipotente, fue en éste. Parece avecinarse un momento sumamente aciago para cumplir con el sueño de la consecución de
la Liga de Fútbol que el país del balompié anhela, una Liga profesional,
organizada y robusta.
Por Erwin López
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