El cine es, desde mi muy particular modo de ver las
cosas, una de las expresiones artísticas e intelectuales más brillantes que el
ser humano ha podido crear en sus más de cinco mil años de historia. Su magia
radica en podernos contar una historia que nos conmueva, que nos haga
reflexionar, reír o llorar, todo en unos 120 minutos (dependiendo).
Evidentemente, hay películas que nunca pasarán a la historia, ya sea por su
pobre argumento, por una mala dirección o sus pésimas caracterizaciones, en fin.
Sin embargo, en el mundo del cine, cuando una buena película se estrena, ella
perdurará por siempre en la mente y en el corazón de todos los que tuvieron la
oportunidad de disfrutarla. Si me preguntaran ¿en qué radica el éxito de una
buena película?, yo no dudaría en responder: primero que todo en una buena
historia (para mí es lo primordial); segundo, un buen director, ya que la
dirección de una película puede marcar definitivamente el éxito de ésta; y, por
último, pero no menos importante, los actores. Una buena historia, un buen
director y un grupo de actores capaces de interpretar, a carta cabal, el papel
asignado son la ecuación perfecta que arrojará como resultado una película que
no podrá ser olvidada fácilmente.
Ahora bien, amigos lectores, no es una crítica de
cine lo que pretendo mostrarles a continuación, ni tampoco mi apreciación con
respecto a las características que debe poseer una buena película para lograr
el éxito. Es más, ni siquiera hablaremos realmente de cine. Se preguntarán, entonces, el
porqué del párrafo anterior.
La respuesta es muy sencilla: a veces somos testigos
de historias de la vida real dignas del séptimo arte. Y una de esas historias
la estamos viendo, y de alguna manera viviendo, en el apasionante mundo del
fútbol. Heroico e inspirador son solo un par de adjetivos que se me ocurren
para, de alguna manera, calificar la temporada que se está mandando el Club
Atlético de Madrid de la mano del “Cholo” Simeone. Un equipo que, contra todos
los pronósticos, está a dos partidos de coronarse como el monarca de la llamada
Liga de las Estrellas y, no conforme
con esto, se ha colado, después de cuarenta años, en la final del torneo de
clubes más importante del mundo: la UEFA Champions League.
¡Imagínense el guión de esta película! Ya me puedo
imaginar el tráiler: un conjunto de escenas perfectamente seleccionadas que
muestren los discursos motivadores –en el vestuario– antes de un partido, las
lágrimas en un momento determinado, gritos de gol, una afición ensordecedora,
todo lo anterior mientras se van acelerando las imágenes y el volumen del
soundtrack aumenta, para luego dejar un segundo (que parecerá una eternidad) de
silencio y, de repente, una pequeña imagen de la película con una frase dicha
por quien interprete a Simeone. Por último, el gran final: El titulo de la
obra y el célebre ¡Próximamente sólo en cines!
Realmente
no importa el desenlace que vaya a tener esta historia, ya el Atlético de Madrid
ganó. Le ganó a la historia, le ganó a los números, le ganó al poder económico,
todo lo anterior en el contexto de una Liga totalmente desigual. Y como si
fuera sacado precisamente de un guión cinematográfico, y para darle mayor
dramatismo a esta historia, lo anteriormente relatado sucede en el marco de una
Liga que tenía al inicio de la temporada a dos grandes favoritos: Gareth Bale y
Neymar da Silva Santos, fichajes estrellas de los hegemónicos Real Madrid y
Barcelona.
Puro corazón es este Atlético, toda pasión es
Simeone, quien hasta el día de hoy ha logrado lo inimaginable, pensando solo en su
filosofía de partido a partido.
Tocará
esperar el final de temporada y ver si el Cholo
y su Atlético de guerreros se
llevan algún título tangible que premie el trabajo realizado, aunque no les
hace falta, ya ganaron. Partido a partido este Atlético ha construido una
leyenda, que como toda buena película, no será fácil de olvidar.
Por Américo Alvarado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario