José A. Ramos Sucre Destacado poeta e intelectual venezolano. |
En la pobre vivienda de suelo
desnudo, alumbrada con una lámpara mezquina, las mujeres se congregaron a
llorar. Fuertes o extenuados alternativamente, no cesaban los trémulos
sollozos, palabras ahogadas y confusas escapaban de los pechos sacudidos, gestos
de dolor suplicaban a los cielos mudos. En torno de un pequeño ataúd crecía el
clamor y llegaba al delirio; contenía el cuerpo de un niño arrebatado por la
muerte a la vida de arrabal. Hacia un rincón estaban reunidos en haz los
juguetes recién abandonados, junto a los pobres útiles de industrias femeninas,
y, en irónica ofrenda a los pies del Crucifijo, las drogas sobre la mesa
descubierta. Nobles sacrificios fracasaron en resguardo de su vida: el consumo
del ahorro miserable, los días de zozobra, las noches de vigilia. Aquel día,
cuando la oscuridad prosperaba hasta en el ocaso tinto de sangrante sol, vino
la muerte al amparo de las sombras leves y benignas, con fría palidez sellando
su victoria.
Vino a aquella mansión, como a
otras muchas; un mal tremendo, como aquel que de orden divina diezma los
primogénitos de Egipto, apenas dejó casa pobre sin luto. Por su influjo
tuvieron de cuna el seno de la tierra innumerables niños, despedidos por coros
gemebundos, lamentados con llanto breve y clamoroso, el llanto de quienes en la
vida sin paz tienen peor enemigo que la muerte.
Siguiendo el general destino de los tristes que, con la urgente pobreza, desconocen el deleite del recuerdo lloroso, los dolientes de la pobre vivienda, alumbrada con una lámpara mezquina, también se lamentaron con desesperanza pasajera. Las voces roncas gimieron hasta la partida del pequeño cadáver; pero el olvido, ante el esperado afán del día siguiente, hizo invasión con el sosiego de la primera noche augusta y encendida.
"Duelo de arrabal". Obras completas
José Antonio Ramos Sucre
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