"La manifestación más global de la crisis, y
hasta cierto punto, comprensiva de todas sus expresiones, es la crisis
institucional o la crisis de las instituciones, es decir, la que afecta a las
organizaciones fundamentales de nuestra sociedad".
Allan Brewer-Carías, presidente de
la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (1988-1990).
"Este proceso, progresivamente, va
conduciendo, a través de un ordenamiento paraconstitucional, a un deterioro de
los principios fundamentales del Estado Democrático y Social, de Derecho y de
Justicia proclamado como forma jurídico-política para la nación venezolana, y a
la destrucción del federalismo descentralizado que, precisamente para
profundizar la democracia y para el ejercicio del poder público desconcentrado,
se consagra constitucionalmente como principio fundamental del Estado".
Román Duque Corredor, presidente de
la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (2009-2011).
Fuente: Sibci.gob.ve |
Hace
rato ya que las instancias públicas en Venezuela han dejado de ser
instituciones. En alguna otra cosa se han convertido, pero la institucionalidad
se ha extraviado en tanto alboroto. Ya muchos edificios públicos en el centro
de Caracas son otra cosa: se han convertido en estructuras amorfas sin sentido,
monstruosidades burocráticas de pocos pasos y sin orientación, espacios llenos
de recursos financieros perdidos y recursos humanos tan valiosos como
subutilizados, espacios vacíos dirigidos por parásitos ideólogos al servicio de
cualquier otra cosa, menos al servicio público y a la construcción de
ciudadanía. Algo así es la Biblioteca Nacional en pleno siglo XXI.
¡Ya lo he dicho otras veces! Aquello que nació en las décadas de 1.970 y 1.980 del
siglo pasado llamado Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, quedó
así, tal cual, en el pasado. Eso que algún día fue modelo para todo el
movimiento bibliotecario latinoamericano ya es parte de la historia, nada más.
Aquella institución que algún día fue propulsora de proyectos, sueños e ideas
desde las bibliotecas públicas ya hoy se ha quedado en el rezago más
impresionante de nuestra historia republicana.
¡Y
no lo digo sólo yo! Los pocos datos y cifras disponibles y que hemos develado
desde esta ventana así lo reflejan. ¿Cómo se explica que con un presupuesto asignado
de más de 1.100 millones de bolívares (315 millones de dólares) en la última
década, a la Biblioteca Nacional, sólo la visite el 1,2% de la población? Es
decir, si acaso un 5% de los habitantes de Caracas la consultan. ¿Cómo le
explicamos a las futuras generaciones que el Estado, con las reservas petroleras
más grandes del mundo, invierte apenas el 0,03% de los ingresos petroleros en
bibliotecas? Lo que se traduce en que el 80% de la población venezolana
reconozca sin mayor estupor que no asiste a biblioteca alguna. ¡Lo dice el CENAL! ¡Por Dios! Lo dijo hace dos años. ¿Y a nadie le llama esto la atención? ¿A
nadie le preocupa? ¿Quién da la cara? ¡Pues nadie! No hay instituciones, hace
rato dejaron de serlo.
Desde
comienzos de este nuevo siglo engañaron a la gente con una supuesta "Constituyente Bibliotecaria", haciéndoles creer a los trabajadores
bibliotecarios que con asambleas político-partidistas iban a revolucionar la
máxima institución bibliotecaria. Simplemente se inició un proceso de utópica
inclusión bajo el pretexto de la exclusión, que promovió ascensos de pequeños
grupos de poder con escasa formación profesional y desterró a otros grupos con
mayores credenciales y méritos. Lo que se conoce en Venezuela como el típico
"quítate tú, pa' ponerme yo". En realidad, un proceso excluyente de
inclusión de masas, nada más. Nada cambió, todo siguió igual o hasta peor.
Y
qué decir de la sumisión del entorno institucional. Ellos mismos convirtieron a
la pantomima del "Colegio de Bibliotecólogos y Archivólogos" en un
verdadero fantasma, en un ente oscuro e invisible que poco a poco ha hecho que
se extinga, casi por completo, la profesión. Sin una instancia que luche por los
derechos de los profesionales venezolanos de los archivos y las bibliotecas,
todo ha sido mucho más sencillo para los asaltantes de la institucionalidad.
Por ello, a la Biblioteca Nacional, la han llevado de la mano -al borde del abismo-
diversos historiadores, licenciados en educación, músicos, licenciados en letras y todo
tipo de gente al servicio de cualquier cosa, menos de la bibliotecología y el
desarrollo profesional. Bastaría con ver la reducción de personal especializado, en la última década, para entenderlo.
Y
mucho de esto ha sido posible también gracias a la debilitada legalidad que nos
sostiene. Con la “Ley del Instituto
Autónomo de Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas” (1977), ya
obsoleta y de poca aplicabilidad, que tan sólo es utilizada para que el
Presidente de la República de turno cambie al Director de la institución, la cual
ha de suponerse autónoma, con toda discrecionalidad. Sólo este es uno de los graves errores
del mencionado texto legal, que en el futuro próximo debería ser reformado a favor de las
bibliotecas. Por ello han llegado a la Biblioteca Nacional los Medina Rubio,
los González, los Báez, los Barreto, los Páez, y quién sabe cuántas otras
gestiones fracasadas faltan por llegar a la máxima institución bibliotecaria de forma
discrecional. Por ello también, de algún modo, nuestras bibliotecas públicas
son administradas por cualquier otro profesional, menos por un bibliotecólogo.
Y
ni hablar de las remuneraciones a la profesión. Muchos bibliotecólogos ni se
aparecen por las bibliotecas públicas porque saben que no pueden trabajar
simplemente por “amor al arte”. La desaparición de la colegiatura profesional
ha hecho mucho daño. Pero la sumisión ha sido compartida. Lamentablemente, las
universidades y, particularmente, las escuelas de bibliotecología han sido
cómplices –queriendo o no– de los maltratos a los profesionales y del manejo de
las bibliotecas en el país, ya sea por acción u omisión. ¿Qué dijeron las
escuelas de bibliotecología cuando, de forma discrecional, el gobierno decidió
sacar de la lista de prioridades la importación de libros hace unos cuantos
años? ¿Qué pronunciamiento académico hubo cuando se intentó quemar algunas colecciones de las bibliotecas, o cuando Mr. Fernando Báez salió "con las tablas en la cabeza" de Biblioteca Nacional por terrorismo laboral y
fuertes rumores de corrupción, o cuando los espacios de la Nacional se
redujeron para darle cabida a un canal de televisión? ¿Dijeron algo? ¿Las
escuelas de bibliotecología se pronunciaron? La verdad, poca voz han tenido, poco
se les ha escuchado entre murmullo y murmullo, a menos que estén afónicas o
desmembradas y no nos hemos enterado.
En
fin, esta especie de réplica* que me he inventado tiene lugar no por algo que
haya dicho la Biblioteca Nacional, sino todo lo contrario, por una imperdonable
omisión a la labor a contracorriente del bibliotecario venezolano. ¡Fue
verdaderamente indignante ver cómo el Día Nacional del Bibliotecólogo y
Archivólogo, la supuesta máxima institución bibliotecaria del
país no emitió un sólo mensaje de reconocimiento a los profesionales del país!
Ni en su página web, ni en su cuenta oficial de Twitter.
Ese
día confirmamos la desconexión en cuerpo y alma de la Biblioteca Nacional con
respecto al conocimiento, a los nuevos tiempos que corren en la revolución de
la información, y a su verdadera función social. Nos dimos cuenta, una vez más,
que la moribunda institución está al servicio del proselitismo
político-partidista, del personalismo ideológico, y de los poderosos de turno. No a favor de la ciudadanía y de la reivindicación de la biblioteca comoinstitución fundamental y universal. Todo está allí a la vista de todos, a las
pruebas me remito.
Algunos tuits de @BiblioNacional el 27/07 "Día Nacional del Bibliotecólogo y Archivólogo" |
www.bnv.gob.ve |
IMPORTANTE: VALE LA PENA RECORDARLE A @BiblioNacional QUE HOY ES EL DÍA DEL BIBLIOTECÓLOGO Y EL ARCHIVÓLOGO EN VENEZUELA. GRACIAS, SALUDOS.
— Renny Granda (@rennygranda) July 27, 2014
¡Les quedó grande la institución!
Han
echado a la basura el espíritu republicano de Diego Bautista Urbaneja, primer
director de la Biblioteca Nacional en su creación. ¿Qué diría el Dr. José MaríaVargas?: "¡qué han hecho con el conocimiento, si el mundo es del hombre justo!" ¿Qué
haría el ilustre Adolfo Ernst con este desastre, qué solución práctica daría
Manuel Segundo Sánchez, cuántas lecciones daría, en este tiempo, Caracciolo ParraLeón, cuánta cultura de la diversidad imprimiría Enrique Planchart, cuánto
extraña la Biblioteca Nacional la versatilidad de un Pedro Grases, cuánto
todavía podría decir Virginia Betancourt de semejantes gestiones que se han
llevado tanto esfuerzo y tanto empeño bibliotecario?
Sin
duda, les ha quedado muy grande, a la actual gerencia, el lugar que ocupan. ¡Pura
palabrería patriótica! Quisiéramos saber los bibliotecarios de este país ¿cómo se come eso...? Mientras tanto, la biblioteca pública sufriendo,
padeciendo, llorando, esta mancha gris en nuestra historia republicana. Con
esto, exijo respeto.
Tengan
por seguro que en un futuro, no muy lejano, la biblioteca venezolana será
reconstruida de la mano de sus profesionales, a favor de la gente, de la
ciudadanía, de la democracia, de la innovación, del conocimiento.
La
lucha continúa...
Por Renny Granda
*El
artículo 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
garantiza el derecho a réplica.
Nota:
¡Por favor! Absténgase cualquier persona de hacer comentarios trasnochados en
contra de este "bibliotecario burgués", pues este
"contrarrevolucionario" viene del Barrio "Los Sin Techo" en
la localidad de El Cementerio de mi querida Caracas, a mucha honra. Así las
cosas, éste ciudadano ha leído, ha estudiado, se ha formado, ha pateado calle,
sabe qué significa ser pueblo y, además, vive el mundo con reflexión crítica y
no agacha la cabeza. Que quede claro.
P.D.:
¡Por supuesto! @BiblioNacional tampoco participó en la 6a. edición del Día
#Biblioteca en Twitter. Creo que todavía no saben qué es eso…
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