Como si no fuera suficiente con la mecanización de la
guerra, que se había consumado 25 años antes, con la I Primera Guerra Mundial,
los seres humanos desarrollamos armas de destrucción masiva para
"defendernos" del contrario. La bomba desarrollada en El Alamo, por
un equipo de científicos de diversas nacionalidades, fue la primera nuclear
creada y lanzada en nuestra historia.
En su momento, se argumentó que su uso fue necesario debido
a que era el único recurso posible para acabar con un conflicto que, para los
Estados Unidos y sus aliados, era en extremo costoso y que podía serlo mucho
más si intentaban doblegar a Japón en guerra convencional. Se estimó, de hecho,
que sólo los aliados iban a perder 1 millón de vidas. Pero las consecuencias, a
la larga, fueron notables pues, desde el momento en que la "Little
Boy" hizo desaparecer Hiroshima, los seres humanos vivimos expectantes
ante la posibilidad de que un cataclismo nuclear extermine a la Humanidad y a
la mayor parte de las formas de vida del planeta. A pesar de la presión de
algunos sectores radicales, durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión
Soviética se negaron a usar su armamento nuclear. ¿Siempre será así?
Por Erwin López
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