Por Erwin López |
La
revolución se come a sus hijos. De esa manera paga los mismos pecados por los
cuales Lucifer tuvo que bajar al Averno: traición, asesinato, injuria, envidia,
gula, ira. Amargamente, muchos de los que engulle esta diabólica maquinaria de represión
manejada por los "Hijos de Chávez”, son aquellos que ni siquiera
tuvieron la oportunidad de conocer una Venezuela diferente antes de ser
asesinados. Pero ellos no son las únicas víctimas, de una manera u otra el
resto de los venezolanos sufrimos las consecuencias de vivir el infierno
chavista: hay quienes mueren de mengua por falta de medicinas, están aquellos que son víctimas de la delincuencia, los presos políticos, los presos comunes, los
torturados por el ejército de invasión, aquellos a los que les violentan su
hogar, los que sueñan con volver, los que comen una vez al día, la gente que se alimenta de la basura, los que pasan penurias en el extranjero, los que no pueden
ejercer sus derechos porque están amenazados con el despido, los que son
coaccionados con las bolsas del CLAP.
Tiene
tantas facetas nuestra catástrofe nacional que no
alcanzan ni las palabras, ni este mural de Giovanni da Modena, sobre el infierno de
Dante, para cubrir las dimensiones de la tragedia inducida por el
chavismo.
¿Hacía
falta llegar hasta el infierno?
Por Erwin López